Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
POSIBLES CAUSAS
Nunca en Argentina se había cometido un crimen más horroroso que el que se hizo con Morena, Brenda y Lara. Nunca los detalles fueron tan macabros. Nunca se preparó la sepultura y luego de ello se fue a buscar a quienes la iban a ocupar, nunca se transmitió ante una audiencia de cómplices los crueles detalles de las muertes de estas adolescentes.
Hoy, son muchos los voceros de la política y de otros ámbitos, que salieron a revelar la causa que los hizo posible y casi todos coincidieron en afirmar que “los lugares que el Estado abandona, pasarán a ser ocupados por la droga y sus capos”. Un diagnóstico que para muchos no es suficientemente claro.
¿QUÉ DEMONIOS ES EL ESTADO?
No es una entidad misteriosa e invisible, amable, omnipresente; que como si fuera un dios pagano hace aparecer el dinero de la nada, las leyes convenientes en el momento adecuado, que todo lo sabe y soluciona con solo invocar su ayuda, que siempre sabe elegir a los funcionarios más competentes y honestos, etc. El Estado es mucho menos sofisticado y lunático. Es solo una herramienta, que como todas puede ser usada tanto para hacer el bien como para hacer el mal. Si las cosas van bien, los funcionarios se presentan como sus exclusivos responsables. Cuando hay problemas, los funcionarios pretenden evadir sus responsabilidades personales ocultándose bajo la palabra Estado. Derivan la responsabilidad en Fuenteovejuna…
El Estado no es la nación, el país o el gobierno. El Estado es solo el organigrama de la estructura institucional de una organización política, en la que se señalan las tareas que corresponden a cada una de las dependencias de ese organigrama y la misión que, con el monopolio de la fuerza, deben ejercer sus funcionarios para lograr el Bien Común.
La organización de un país, su organigrama institucional puede ser muy bueno, pero funcionar de manera pésima si sus funcionarios son incompetentes, cobardes para tomar las decisiones difíciles pero necesarias, o directamente son corruptos. La calidad del Estado es directamente proporcional a la calidad intelectual y moral de sus funcionarios.
Si los funcionarios son competentes y honestos, no tiene demasiada importancia la mayor o menor perfección organizativa de la estructura del Estado, no le añade ni le quita un ministerio más o un ministerio menos; los buenos funcionarios pueden suplir de alguna manera esas faltas, y hacer que esos detalles no se noten.
En Argentina, nuestro problema no está en la mayor o menor perfección organizativa del país, está en el factor humano, en la competencia y honestidad de quienes manejan su estructura organizativa. La gran mayoría de nuestra clase dirigente, casi sin excepciones, no está a la altura de su misión. Más aún, en nuestro país los funcionarios inteligentes y honestos, son mirados con desconfianza, no son tenidos en cuenta para los ascensos y no tendrán el futuro político que merecen. En Argentina la política está reservada a los ambiciosos y a los sedientos de dinero. ¡Sin excepciones! Todos son iguales.
Un buen político nunca debe buscar hacerse popular; debe ser honesto y competente, aunque esas cualidades no le hagan ganar elecciones. La popularidad y el reconocimiento serán un resultado no buscado de su buen desempeño en el cargo (en Argentina esto sucede solo después de su muerte, los corruptos son populares en vida; los ejemplos sobran). El buen político no se cree indispensable. Los cementerios están llenos de personas que se creían indispensables; sus tumbas prueban su error. El buen político no busca dinero, no busca privilegios, no busca perpetuarse en el poder sino trabajar silenciosamente para el Bien Común.
LOS POLÍTICOS QUE PREFERIMOS
En Argentina votamos al que aparece en más propagandas, al que desafía el orden existente, aunque no proponga algo mejor, a quien adula al votante, a quien se arrastra ante sus jefes políticos aunque se sepa que son corruptos. Votamos al que promete cambios revolucionarios y fáciles; a quien no es riguroso y serio; al que promete repartir lo que no existe. No nos importan demasiado los antecedentes académicos, laborales, mentales y morales del candidato.
Cualquiera que tenga dinero (no nos importa su origen) para movilizar gente y hacer una propaganda masiva, tiene serias chances de ser electo. No somos exigentes con nuestros candidatos y es por eso que todas las instituciones del Estado están pobladas por funcionarios que no se desempeñan en la forma deseada. Si el Estado no funciona bien, aparecen las consecuencias no deseadas.
ESTADO Y GOBIERNO
El Estado existe cuando sus funcionarios ponen en marcha su estructura. El Estado es un grave problema si quienes lo dirigen no están a la altura de la misión que se les ha encomendado; si son corruptos o incapaces el Estado será corrupto o incapaz de solucionar problemas. El Estado no es una entelequia platónica, es algo concreto.
Valdrá la pena defender la existencia del Estado solo si los derechos individuales que nos quita (impuestos, leyes, hacer lo que se me ocurra etc.) son bien compensados por ventajas superiores a los derechos recortados. Por lo tanto, el Estado será bueno solo si sus funcionarios actúan conforme a los objetivos que se les ha señalado por las leyes y reglamentos. Si el Estado funciona mal, resulta inevitable que se levanten voces pidiendo un cambio.
Ser funcionario no debe ser un premio, no debe ser una dignidad; es una dura responsabilidad, es una pérdida de tranquilidad personal que debe ofrecerse para contribuir al Bien Común. “El hábito no hace al monje”, el cargo no convierte en buen funcionario al que es designado, debe demostrarlo con su desempeño.
EL ESTADO Y SUS FUNCIONARIOS
Si la ausencia del Estado es la causa de crímenes graves y reiterados, estamos formulando una gravísima acusación contra sus funcionarios. Estamos diciendo que no cumplen con su deber de dirigir el Estado local hacia al Bien Común.
ESPINOZA, FERNANDO: en el año 1999 fue electo Concejal y presidente del Concejo Deliberante. Intendente de La Matanza desde el 2005 al 2015. Le sucedió su mujer Verónica Magario, pero Espinoza fue su jefe de asesores municipales. En el año 2019 retoma nuevamente la intendencia y sigue hasta hoy. Espinoza fue presidente del P.J. desde el 2013 al 2017. Siempre se exhibe canchero y con una sonrisa forzada. Está procesado por abuso sexual agravado y desobediencia; está esperando el juicio oral. Contando los años junto a Alberto Balestrini puede afirmarse que lleva 30 años como amo y señor de su dominio de La Matanza. Los resultados comprobables de tan largo gobierno personal son desastrosos en absolutamente todos los aspectos, pero sus superiores, Néstor, Cristina, Alberto Fernández, Kicillof y miles más, lo cubren de halagos.
Dos detalles: a) de manera inexplicable (¿?), gana todas las elecciones. b) Como corresponde a todo verdadero líder nacional y popular vive en Puerto Madero. Irónicamente lo hace por razones de seguridad, porque piensa que La Matanza es muy peligrosa para su importante persona.
Ante los horrorosos crímenes de Morena, Brenda y Lara, Espinoza mantiene un hermético silencio, la misma actitud que tomaron los responsables de esta masacre. Todo el mundo lo está mirando en forma acusatoria. Debe defender su gestión. Es absolutamente inaceptable que, a través de terceros, afirme que lo están difamando por la campaña política en curso. Debería demostrar que esas acusaciones son infundadas y que en su feudo todo funciona según ley.
*Cuando hablamos de que el Estado Municipal de La Matanza le abrió la puerta al narco tráfico y a otros delitos, estamos acusando a Espinoza y su equipo de gobierno. Ellos son los responsables del mal manejo del Estado Municipal.
AXEL KICILLOF
Delitos de tanta gravedad y tantos partícipes directos e indirectos, no son posibles sin un largo proceso de asentamiento de los delincuentes en las zonas de las que ahora han desalojado a las instituciones del Estado provincial. En los territorios que maneja la droga se cumplen las reglas de sus capos. Allí el Estado provincial está ausente. Fue expulsado.
Obviamente este estado de cosas es el resultado final de un proceso que viene desde hace por lo menos 30 años y todos los gobernadores de la provincia de Buenos Aires de este período tienen su grave cuota de culpa.
Kicillof tiene que hacerse cargo de los seis años que lleva de gobernador, tiempo suficiente como para poner orden en temas tan graves como la inseguridad, el narcotráfico, la catástrofe educativa, las usurpaciones etc. Como ya lo ha hecho, y no es el único, dirá que la culpa es del presidente actual, y de los malos gobernadores que lo antecedieron; pero veamos:
En 1987 fue elegido Antonio Cafiero (PJ), en 1991 subió Eduardo Duhalde (PJ), en 1995 nuevamente Eduardo Duhalde (PJ), en 1999 es elegido Carlos Ruckauf (PJ), en el año 2003 es elegido Felipe Solá (PJ), en el año 2007 es elegido Daniel Scioli (PJ), en el año 2011 nuevamente Daniel Scioli (PJ), en el año 2015, por muy poca diferencia con Aníbal Fernández, es elegida María E. Vidal (Cambiemos), en el año 2019 el elegido Axel Kicillof (PJ) y en el año 2023 es nuevamente elegido Axel Kicillof (PJ).
Dicho de otra manera, desde 1987 al 2025 solo hubo cuatro años en que no gobernó el partido de Kicillof. De los últimos 38 años, 34 fueron de gobiernos peronistas. Obviamente les cabe una responsabilidad principalísima en la penetración de la droga y la inseguridad en el gran Buenos Aires y deben hacerse cargo y demostrar determinación para cambiar.
Durante estos 38 años podrían haber planificado el trazado de calles en los asentamientos paran evitar esos peligrosos pasillos que solo pueden transitar los que viven allí. Podrían haber organizado la distribución del agua y de la electricidad, la red cloacal etc. Pero claro, esto ni siquiera existe fuera de las villas.
El Ministerio de Seguridad provincial podría haber creado una policía con un departamento de “Asuntos Internos” que, en vez de encubrir, cumpliera severamente con su tarea. No puede ser que esa institución tenga autoridades tan universalmente sospechadas de connivencia con la droga y la protección del delito. ¿Son solo acusaciones infundadas? Además, la Superintendencia de Inteligencia Criminal ¡debe dar pruebas de vida! No ven lo que todo el mundo ve, nombres, lugares de venta, clientes etc.
Luego de un largo silencio Kicillof rompió su prolongado silencio afirmando algo que le conviene mucho: “No hay que hacer campaña con esto, ni marketing político”. Quiere hablar de lo que habría que hacer en adelante para evitar situaciones como esta, pero no quiere que se recuerde que hace 6 años que él gobierna la provincia, y que en 34 años sobre 38 fue su partido el que gobernó la provincia. Tiene que explicar este vergonzoso fracaso en la lucha contra el delito. Durante este largo período, el Estado provincial demostró su inutilidad y hasta su complicidad con el delito liberando delincuentes, oponiéndose a la ley de trata etc. Fue una mala idea que, en su momento, su partido se burlara del “narco socialismo” de Rosario, ¿y por casa?
Kicillof reclama que: “¡necesitamos un Estado presente!”. ¿Qué fantasma está buscando? El Estado provincial, en último término es Kicillof y sus funcionarios, el gobernador es él, y por eso debería explicar qué fue lo que hizo en estos 6 años de gobierno para erradicar la droga y los delitos contra la seguridad ciudadana.
Debería tener vergüenza en tener como candidato a sucederlo a un ex terrorista como Jorge Taiana, que el 4 de julio de 1975 puso una bomba en el Bar Ibérico, que mató a dos personas, dejó heridos a siete clientes y demolió el local.
En el hampa, el que mata demuestra tener aptitud para el mando; ese criterio debería ser absolutamente inaceptable en política. El que mató debería estar en la cárcel al igual que el resto de los que mataron. Los políticos se están burlando de nosotros, nos están tomando de imbéciles. ¡Esta candidatura es ignominiosa, y una vergüenza para el país!
*Cuando decimos que en la provincia de Buenos Aires el Estado desapareció de muchas de sus partes, estamos acusando a Kicillof y a sus funcionarios; ellos son los que hacen funcionar mal el Estado provincial. Deberían preocuparse por algo más que por el dinero.
LOS PRESIDENTES
Ninguno de ellos está libre de grave culpa. Todos sabían que la cocaína entra por la frontera de Jujuy y Salta, y que la marihuana viene desde Paraguay. No fueron capaces de hacer un plan nacional, compartido por todos los partidos y gobernadores, para llevar adelante una política que frene los ingresos, los traslados y la comercialización descarada de la droga. En el Norte la frontera es solo un cartel o ni eso; no existe el más mínimo control. Peor aún, Gendarmería, la encargada de controlar las fronteras, fue desviada de su misión específica y trasladada a controlar la violencia en las ciudades. Y a ningún presidente le importó mucho esta situación.
Venir a Argentina resulta muy tentador para quienes tienen problemas en los países limítrofes. Aquí tienen mucho que ganar: no se les pide antecedentes laborales, escolares o penales. Pueden venir los peores criminales y nadie se entera y preocupa por ello. Con o sin documentos pueden moverse libremente dentro del país. Se ha tolerado que usurpen viviendas, que se agrupen en asentamientos por nacionalidad, lo que dificulta su proceso de integración. Pueden vivir por décadas sin documento argentino, pueden reclamar planes sociales de ayuda a los gobiernos nacional y provinciales, frecuentar los hospitales sin pagar un centavo, y muchas veces someterse a intervenciones quirúrgicas o tratamientos costosos que pagamos con nuestra pobreza. Un argentino en sus países debe pagar en dólares hasta el último centavo, y si no tiene plata lo echan a patadas del hospital. ¿En los países limítrofes, los argentinos tendrían tantas libertades como las que tienen sus emigrantes aquí?
Todos los países vecinos tienen una economía mejor que la Argentina; nosotros no estamos en condiciones de fingir riqueza y derrocharla. Los presidentes, todos ellos, no hicieron nada para poner las cosas en orden. ¿No estaban informados que en muchos de esos asentamientos existe extraterritorialidad? ¿Para qué tienen tantos servicios de informaciones? ¿Por qué la JUSTICIA es tan complaciente con los delincuentes? ¿Por qué en el PARLAMENTO hay tantos inútiles?
Todos los presidentes permitieron que la ciudadanía argentina se regalara a quien la pidiera, a cambio de nada. La ciudadanía no debe ser para cualquiera. Debe ser para personas que aporten, que la merezcan, que por lo menos respeten las leyes y desempeñen un trabajo honesto.
*Cuando decimos que el Estado nacional ha abandonado sus deberes para con la Nación, estamos acusando a todos los presidentes de graves incumplimientos de sus deberes. Nunca pudimos elegir a un candidato a la altura del cargo; siempre fuimos obligados a optar entre los candidatos que los partidos habían designado. El Estado nacional y los argentinos merecemos mejores funcionarios. Es la forma de tener un Estado del que nos sintamos orgullosos.
La mayoría de los gobernantes señalados por su mal manejo del Estado, se escudarán en que es un MAL DE MUCHOS, del pasado, del presente y del futuro, pero ese es un CONSUELO DE TONTOS. No debemos permitir que los más incapaces y corruptos desprestigien el sistema democrático.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
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