Acuérdese

Esto de la democracia tiene truco, ¿sabe? Porque podemos pasarnos mil cuatrocientos cincuenta y ocho días señalando la inacción, los errores, la incapacidad y hasta la hijoputez de los odiosos políticos que dirigen nuestra sociedad; pero resulta que hay dos días en los que nos toca seleccionar a estos distinguidos conciudadanos. Así es. Es usted, mi amigo, quien tiene la difícil e ingrata tarea de enterarse quién es cada uno de los candidatos, qué propone, cómo lo propone y qué antecedentes lo avalan o cuáles lo inhabilitan. Una especie de entrevista de trabajo, pero a través de un tortuoso camino adoquinado con mentiras, publicidad engañosa, falsa emotividad y pura demagogia. Un asco, ¿verdad? Si es que casi dan ganas de vivir en una apacible dictadura, en la que no haya nada que pensar y nos permita disfrutar de simpáticos videítos de TikTok tranquilamente.
Pero supongamos que esto de las dictaduras no le convence; bien porque sabe de sus inconvenientes, bien porque escuchó de casualidad a un streamer hablar de un tal Videla, su vecino Pinochet y la afición por esconder gente que compartían, o porque vio un documental sobre un par de bajitos con bigotito y un amigo calvo que les iba la onda fascistona y salir en las pelis de la II Guerra, o porque le suena un georgiano entusiasta del color rojo y los gulags, o bien porque simplemente le da fiaca andar cambiando de sistema de gobierno. Supongamos también que no está muy conforme con cómo van las cosas, o que está bastante fastidiado con el último empleado de la Casa Rosada. ¿Sabe qué? Tiene que ir a votar. Y para ello puede tomarse las molestias antes mencionadas o puede elegir al que le caiga más simpático, al más gracioso, al que se vista mejor, al que tenga la pareja más atractiva o al que cumpla con el requisito más intrascendente que se le ocurra. También puede guiarse por las promesas; y estas suelen ser de lo más variadas: hay promesas hermosas e idílicas, casi milagrosas, promesas de cambio —estilo alcohólico arrepentido—, promesas incumplibles, delirantes, peligrosas y promesas mesuradas, razonables, pero poco seductoras. O, aunque más no sea, puede hacer un poco de memoria de lo que ha visto durante los últimos veinte años. Y, si me permite, me he tomado la libertad de hacerle una pequeña antología de recuerdos.

Acuérdese de el caso Skanska, de Antonini Wilson y su valija 790 kilos, de la máquina de los billetes del Amado vicepresidente, de los retoños Máximo y Florencia y sus primeros pasitos en Hotesur de la mano del tío Lázaro. Acuérdese de Jaimito, pero no el de los chistes, sino del de las cincuenta y dos vidas de la tragedia de Once, de Hernán «me quiero ir» Lorenzino, de «la 125», de Aníbal y la efedrina y de Centeno, sus cuadernos y las cometas. Acuérdese de López, los bolsos y las monjitas, de la ruta del dinero, las cajas fuertes, el éxtasis y de él. Acuérdese del adoctrinamiento en las aulas, de la profesora desequilibrada gritando soflamas oficialistas a sus alumnos, de la oda al «gran capitán» Insfrán, la toma de jura a Ferraresi y del escupidero público sobre fotos de periodistas interpretados por niños. Acuérdese del aumento de la violencia y el delito, de Morena Domínguez, de la liberación indiscriminada de presos en pandemia, de los narcos asolando Rosario, de Cecilia Strzyzowski, el clan Sena y Capitanich, y del superagente Berni chapoteando en la sangre de Nisman. Acuérdese del «pelotudo» de Oscar, del hdp de Massa que había que embocar y del «salí a matarla» para Stolbizer. Acuérdese del vacunatorio VIP, de la festichola del presidente Fernández y de la negativa a la vacuna Pfizer que hubiese salvado miles de vidas. Acuérdese de la inflación de tres dígitos, de la emisión descontrolada, del yate de Insaurralde y de las tarjetas de «Chocolate». Acuérdese de que los últimos veinte años se hizo cierta la letra que cantaba un guatemalteco, que decía: «que aquí no es bueno el que ayuda, sino el que no jode, acuérdese».

Autor: Javier Calles-Hourclé (42) / Doctor en ciencia y tecnología de materiales, Universidad Nacional del Sur / Valladolid, España.
Contacto: javier@calleshourcle.com
Twitter: @ja_calles

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