Por Javier Calles-Hourclé.-
Hay días, y sobre todo hay noticias, que son como una patada certera en la ingle —por
ser fino— de mi argentinidad. Y lo peor es que últimamente esto ocurre con más frecuencia.
¿No me cree? Haga la prueba. Ponga un canal de noticias o abra un diario y, por precaución, tome la postura de jugador en la barrera de un tiro libre. ¿Vio? Inflación, inseguridad, corrupción, violencia, desocupación, impunidad… lo que le decía… una patada en la ingle.
Es en esos momentos de resignación, en los que creo que todo se lo lleva el diablo y en los que me gustaría —como dice Pérez-Reverte—, «vivir como un inglés en Marruecos: sin que me importara, ni me doliera», cuando maldigo mi carácter latino y busco refugio en lo que aún vale la pena.
Estoy seguro de que él no lo pretende y estoy seguro de que mucho menos quiera cargar con semejante responsabilidad, pero Darín es uno de esos tipos que me reconcilian con la Argentina. Ya lo sé, no salvó ninguna vida, no descubrió la vacuna del COVID, ni va a dar
con la fórmula que baje la inflación. Es sólo un actor. Pero en él encarnan los miles de argentinos talentosos, que tienen un oficio por el cual estudian, entrenan, trabajan y doblan el lomo cada día para ser mejores. Hombres y mujeres que, además, son buenos ciudadanos, cumplen con sus obligaciones y ejecutan su trabajo con eficacia y sin alarde.
La visita de Ricardo por Valladolid se debe al comienzo de la gira de la obra teatral «Escenas de la vida conyugal», que protagoniza junto a Andrea Pietra. Porque España es un país en el que no todos los elogios se los llevan Messi o Maradona. Aquí abundan las personas que admiran a este tipo sencillo, que nos hace quedar bien cada vez que lo entrevistan, y que me cuenta sus inicios en el oficio de la actuación sin parafernalia, con la naturalidad de un pibe de barrio que no se ha dejado encandilar por las luces del set de grabación.
Es probable que un artista no nos salve la vida, pero sin duda es capaz de mejorar fragmentos de ella. La obra de Bergman es áspera, cómica e incómoda. Una «incomedia», dice Ricardo; en la que su personaje, Juan, rompe la estructura conyugal tras conocer a otra mujer, pero sin dejar de amarla. En su segunda noche de estreno, a Ricardo y a Andrea se les quedan chicas las tablas del Teatro Calderón y, a fuerza de poner el cuerpo y su talento, se meten en el bolsillo al exigente público pucelano, que ríe mandíbula batiente con lágrimas en los ojos.
Pero esto no es todo, todavía hay más Darín, Su próxima gran apuesta es una adaptación de la historieta clásica «El eternauta» para Netflix, con guión de Bruno Stagnaro y Ariel Staltari; en la que encarnará a Juan Salvo, un excombatiente de Malvinas que deberá
liderar a un grupo de supervivientes de una nevada tóxica, preludio de un ataque extraterrestre, en pleno Buenos Aires. Un ambicioso y exigente proyecto que terminará de rodar a finales de diciembre; y en el que confía, será la puerta de entrada al cine de ciencia ficción en la Argentina. Eso, «si es que, como sociedad, estamos preparados para una de ciencia ficción netamente argentina».
Sobre el final de la entrevista, le tocó el turno a nuestro país. Porque, siempre que se encuentren dos argentinos en cualquier lugar del mundo, la actualidad y el futuro de la Argentina serán temas ineludibles; especialmente a pocos días del incierto balotaje. Ricardo recuerda a una pareja de leoneses que el día anterior le hacían saber de su viaje por la Argentina, del que regresaron maravillados, y cómo esa imagen lo retrotrajo a lo que debieron sentir nuestros abuelos recién llegados: «“Es acá”, deben haber pensado. Nuestra
responsabilidad es tan simple como no destruir lo que tenemos, generar trabajo y proteger la salud, la educación y el techo». Resalta que en el próximo balotaje se va a producir «el fenómeno de que mucha gente va a votar a quién no hubiera votado jamás». Cree en la necesidad de «un proyecto de unidad nacional» que nos aleje de la «pérdida de energía en peleas de vecinos». Reconoce que «perdimos una gran oportunidad hace unos años, con alguien que ganó con más del cincuenta porciento de los votos, y que tuvo la posibilidad de hacer un gesto patriótico llamando a una mesa de debate para plantear un país en serio». Y cierra: «a lo mejor ésta es esa oportunidad».
El hombre me estrecha la mano mientras nos despedimos, el actor regresa a sus compromisos y el argentino vuelve a sus cavilaciones, mientras desanda el camino a través de la recepción del hotel.
Autor: Javier Calles-Hourclé (43) / Valladolid, España.
Ilustraciones: Wikipedia.
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