Por Javier Calles-Hourclé.-
El 10 de diciembre se cumplen setenta y cinco años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una noble tarea de casi tres años, con interminables jornadas de discusión y negociación, que culminaba con su aprobación y declaración por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en el palacio Chaillot de París; donde una emocionada Eleanor Roosevelt, proclamaría: «Nos encontramos en el umbral de un gran acontecimiento (…). Esta Declaración (…) bien puede llegar a ser la Carta Magna de la Humanidad». Y hasta aquí lo que todos sabemos —o deberíamos saber—. Después la historia siguió su curso: con países en los que tuvo gran importancia, estimulando movimientos como el que se opuso al Apartheid, y otros en los que la usaron para envolver los huevos.
Ahora lo que probablemente desconozca. Ya sabe cómo son los anglosajones y cómo les gusta promocionar sus cositas por sobre las de los demás. Y, aunque han hecho aportes fundamentales a la humanidad, como el rock and roll —desgraciadamente en extinción en las listas de Spotify de los centennials —, la Carta Magna a la que alude la Sra. Roosevelt, dista muchísimo de ser un precedente de los derechos humanos; sino que, en realidad, era una aclaración de algunas cuestiones sobre la relación del rey y la nobleza, que no aplicaban a la gran mayoría de los residentes de Inglaterra. Sin embargo, hubo un precedente verdaderamente notable hace quinientos años, que se conoció como la Controversia de Valladolid. Y es curioso que la entrada de Wikipedia para «Derechos Humanos», en su versión en inglés, ponga en primera plana a la dichosa carta, a la vez que omite toda referencia a éste; mientras que la versión en castellano no escatima hablar de ambas. En cualquier caso… a lo nuestro.
Imagínese que es un labrador castellano del S. XVI y, como tal, más pobre que las arañas. Imagínese también, que un pariente en Sevilla lo ha recomendado a un encomendero, para unirse a una expedición a las Indias que lo sacará de la miseria extrema en la que vive. A duras penas ha llegado al Puerto de Indias; incluso ha puesto «el gancho» en el contrato y ya le han indicado cual es la nao fondeada en el Guadalquivir que debe abordar. No se entusiasme. Es más, le recomiendo preparar un curriculum, porque se va a quedar con las ganas; y por un motivo impensable para la época. La paralización de la conquista por orden del emperador, Carlos V, hasta que concluyera un debate filosófico y teológico sobre su licitud; enfrentando a dos de los pensadores más relevantes de la época: Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda.
El documental «La controversia de Valladolid: El amanecer de los derechos humanos», con la dirección del hispano argentino, Juan Rodríguez Briso y guion de la argentina Viviana González, rescata el hecho histórico que, en palabras de Juan, fue «un debate en el que culmina un proceso de casi cuarenta años, a raíz de las denuncias de excesos contra los indígenas durante la conquista de América; a pesar de que la reina Isabel había dicho en su testamento que debían ser considerados vasallos iguales que en la península. Pero si las leyes no se cumplen hoy, hace quinientos años también había gente que no las cumplía».
El director explica que desde la corona se promulgaron leyes para proteger a los nativos; y «las matanzas, que las hubo y están demostradas, no eran órdenes de la corona». Las leyes que se crearon durante el S. XVI «se ocupaban de que los nuevos súbditos tuvieran los mismos derechos». Algunas tan modernas como la aprobación del matrimonio interracial en 1514 —en contraste con EEUU, que lo hizo en 1967— y las Leyes de Burgos, que marcaban el carácter libre de los nativos, la obligación de recibir un salario justo, vivienda, descanso y licencia para las mujeres embarazadas, a partir del cuarto mes de embarazo, hasta los tres años de nacido el bebé. «De hecho, en Perú hubo una guerra civil entre los españoles que querían cumplir la ley y los que no; que, tras ser notificada a Carlos V, fuera abordada como un problema de conciencia y, posiblemente también, utilizada con la intención de limitar el poder de los colonos. Mientras que, en los imperios franceses, ingleses y holandeses nunca tuvieron un debate así».
El proyecto, motivado por el desconocimiento del hecho, nació como película histórica en formato de cortometraje, «que funcionó bien en varios festivales y fue premiado en el Festival de Cine Almirante Brown». Posteriormente, con el apoyo de Radio y Televisión Española y otras instituciones, le permitieron realizar una intensa labor de búsqueda en archivos históricos, hasta hallar el documento que ordena parar la conquista en el Archivo de Indias y dar el salto al cine.
El documental será presentado en festivales internacionales y en Televisión Española durante el 2024. Con el anhelo, desde su sentimiento como hispano argentino e hispanoamericano, de que se conozca en Hispanoamérica, «porque pertenece a las cosas buenas que tenemos en común y, como decía Miguel de la Cuadra Salcedo: “Un español no conoce España si no ha estado en Hispanoamérica”, porque es mucho más lo que nos une que lo que nos separa».
Autor: Javier Calles-Hourclé (43) / Valladolid, España.
Ilustraciones: Javier Calles-Hourclé, La controversia de Valladolid.
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