Reflexiones de café – De aquellos INADIs estas motosierras

Por Javier Calles-Hourclé.-

Este fin de semana tan desapaciblemente invernal y castellano, me dije: ¿por qué no lo llamás a tu amigo Cacho, que estará disfrutando de la playa en Mar del Plata, y te contagiás del verano bonaerense? Y lo llamé. Y me atendió, pero desde una ferretería. Estaba eligiendo una motosierra, me dijo. Desde que se hizo liberal-libertario o paleolibertario o de Milei —para no andar complicándose la vida con terminología ideológica—, está cambiado. Él, que era muy del estado presente y la patria peronista, ahora se peina raro… bueno, no se peina —tampoco es que tenga mucho para peinar— y ha desarrollado cierta fascinación por esos chirimbolos ruidosos que se usan para cortar leña. «Para ir a la sede marplatense del INADI», dijo. «Para cortar por lo sano», añadió.
«¿No lo escuchaste a Adorni, el vocero del gobierno? Anunció que, en línea con el ideal del presidente Milei en cuanto a la reducción del estado y la eliminación de todo lo que no genere un beneficio para los argentinos o no sirva absolutamente para nada, sea una caja de la política o un lugar para generar empleo militante, van a cerrar el INADI. ¡Mo-to-sie-rra!» Silabeó mientras lo imaginaba blandiendo el aparato.
Si le preguntásemos a cualquier hijo de vecino que es el INADI, algunos dirían que es “lo de la discriminación”, otros que es la vanguardia de la promoción de la perspectiva no discriminatoria y puede que algunos lo recuerden como “el kiosco” de Vicky Donda, exinterventora de la institución. Lo cierto es que el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo —para qué vamos a ahorrar en nombre— fue creado en 1995 por el presidente Menem bajo la Ley 24.515, que lo define como ente autárquico, asegurando así su independencia del Poder Ejecutivo transitorio. Comenzó sus tareas en 1997 y ya en el 2000 fue —adiós autarquía— intervenido por el Poder Ejecutivo Nacional, nombrando como director a Eugenio Zaffaroni; que llegaba con antecedentes intachables. ¿Qué mejor prueba de convicción en la lucha contra la discriminación se puede tener, que el conocido «fallo Tiraboschi» del entonces Juez Zaffaroni? ¿No se acuerda? Hace bien. Fue aquel en el que se redujo la pena a un violador de una menor de 8 años, a la que había obligado a realizarle una felación, cuya defensa argumentaba que «el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aun más el contenido traumático de la desfavorable vivencia para la menor». Eso sí que es empatizar y ponerse en el lugar del otro. En el de Julio Tiraboschi, claro. Porque en el de la niña…
El kirchnerismo ha tenido la peculiar virtud de convertir en excremento todo aquello en lo que posara su larga mano. Como el rey Midas, pero en chungo. El INADI cuenta con un presupuesto superior al millón de euros, 45 delegaciones y más de 400 empleados. La administración Donda incrementó la plantilla en 120 empleados, nunca comunicó resultados ni el destino de los fondos recibidos, aunque se conocen incrementos desorbitados, como el de “correos y telégrafos”, que creció un 901 por ciento. ¿Se habrán quedado sin internet? Y, como guinda del postre, Donda también quedó enredada en un escándalo, cuando su exempleada doméstica la denunció por tenerla en negro durante diez años; sin aumentos, aguinaldos ni vacaciones. Y por haberle ofrecido un plan social y un cargo en el INADI a modo de resarcimiento.
Entre los grandes éxitos del INADI de Donda destacan la creación de una línea de Asistencia a Víctimas de Discriminación para denunciar a las escuelas que instaran a sus alumnos para volver a la presencialidad. Si es que a quién se le ocurre mandar los chicos a la escuela. Y el invaluable manual de Recomendaciones para la cobertura del Mundial de Fútbol Qatar 2022. Una joya de la literatura que se define como un «proceso que incluyó tres mesas de trabajo en la que periodistas, expertas y expertos relacionados con las ciencias sociales, la comunicación y el estudio o el análisis del fútbol, realizaron aportes sobre los puntos centrales necesarios para tener en cuenta en una cobertura como la del mundial». Con veinte, sí, veinte páginas con ilustraciones alusivas —a lo libro infantil— y ocho fuentes consultadas, de las cuales tres son Wikipedia, para tan sólo diecinueve, sí, diecinueve recomendaciones tan profundas como «Recomendamos no vincular la palabra “negro” a hechos negativos o a prácticas ilegales y clandestinas».
Paradójicamente el INADI nada tuvo que decir del asesinato de Florencia Magalí Morales; la mujer que salió en bicicleta a buscar comida durante la cuarentena y terminó ahorcada con el cordón de una prenda en una celda de la comisaría de la Mujer. Tampoco se pronunció por el descuartizamiento de Cecilia Strzyzowski ni otros femicidios. Y, así las cosas, un instituto que, saneado, podría llevar a cabo una labor indispensable para la sociedad, ha gestado las condiciones óptimas para recibir el zarpazo de un gobierno impulsivo y poco amigo del gasto público. En resumen: de aquellos INADIs, estas motosierras.

Autor: Javier Calles-Hourclé (43) / Valladolid, España.
Ilustraciones: Redes, INADI.
Contacto: javier@calleshourcle.com
Twitter: @javcalles
Canal: @ReflexionesDeCafeOk

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