Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
La Navidad junto con la Pascua y Pentecostés son las celebraciones religiosas más importantes para todos los cristianos; solo existen diferencias en el énfasis que se le da a cada una de estas conmemoraciones. Para todos los cristianos la Navidad es el cumplimiento del misterio de la Encarnación: Dios, por medio de María, se hace hombre para iniciar en la tierra su misión redentora de la humanidad caída. Debe ser, por lo tanto, un gran motivo de serena alegría espiritual para todos. Ese bebé es Dios hecho hombre para salvar a la humanidad del pecado. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre; ambas naturalezas, la Divina y la humana en una sola persona. Su nacimiento significa el comienzo de una enorme esperanza, la de poder volver a Dios de cuyas manos hemos salido. Ese niño es Dios hecho hombre para salvar a los hombres de la esclavitud del pecado y la muerte.
Si bien siempre la Navidad, Natividad o Nacimiento de Jesús fue una conmemoración muy importante para los cristianos, la ruidosa forma actual de celebrarla es una construcción histórica. Inicialmente era una celebración austera y limitada al ámbito familiar y al de la iglesia a la que se concurría. Fue San Francisco de Asís en el año 1223, próximo ya a su muerte, quien decidió hacer una recreación del nacimiento de Jesús en una cueva, e invitar a la gente del pueblo de Greccio a que asistan. Tiempo antes había peregrinado a los lugares santos de Palestina y le habían impresionado fuertemente la pobreza y carencias del lugar donde nació Jesús.
La emoción que lo embargó en esa tierra donde había nacido y predicado Jesús fue tan grande que quiso trasmitirla de alguna manera a sus coterráneos. La forma de hacerlo representaba una verdadera dificultad a superar. Y lo logró.
Desde la más remota antigüedad el teatro fue una fantástica forma de educación e información. La casi totalidad de la población era analfabeta, no había escuelas sino para una reducida elite gobernante. A la gran mayoría campesina solo se la podía ilustrar o catequizar con mensajes simples que entraran por los ojos y los oídos, y por eso la importancia que entonces tuvo el teatro, la oratoria, la pintura y la escultura.
Consciente de esto, San Francisco de Asís decidió utilizar esos medios para la difusión del mensaje religioso sobre el nacimiento de Jesús en Belén. En la recreación del marco ambiental en que se produjo el nacimiento de Jesús, incluyó los animales domésticos similares a los que en la Palestina de entonces solían estar a cargo de los pastores: el buey, el burro, las ovejas, perros, etc. La hierba cortada y seca que habitualmente era la cama de los pastores, sería también la cuna donde descansaría Jesús bebé, vigilado por unos ansiosos María y José. Todos los integrantes de la representación estarían personificados por aldeanos de ese lugar de la Toscana.
Fue el primer pesebre viviente. La ceremonia central de esa representación fue la misa y en ella San Francisco hizo una evocación del nacimiento de Jesús tan encendida, que todos los asistentes se emocionaron mucho y se retiraron con el propósito de recrear en adelante, en sus casas y en la iglesia, esa conmovedora representación.
El Evangelio de Lucas 2, 6-20, hace una hermosa descripción de la verdadera Navidad: “Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa”.
“En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados.”
“Pero el ángel les dijo “no tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. De pronto, una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: “Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: esta es la hora de su gracia.”
“Después de que los ángeles se volvieron al cielo los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer. Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre.”
“Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían.”
“María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.”
“Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado”.
La conmemoración de la Navidad, aunque con tropiezos, fue popularizándose para finalmente imponerse paulatinamente en todo el mundo, incluso en países no cristianos. Pero ello no fue sin pagar un duro precio: fue perdiendo poco a poco su carácter religioso y transformándose en una fiesta en la que solo se evocan los valores de la familia, lo que por supuesto está muy bien, pero lo que duele es que se esté ignorando su carácter originalmente solo religioso. Para muchos es solo una fiesta laica para intercambiar regalos y recibir amigos.
Además, con el paso del tiempo se fueron incorporando a la celebración de la Navidad varios personajes míticos, que con la mercantilización de la celebración de esa fecha se han convertido en figuras inseparables de toda Navidad. A esta transformación también el cine hizo su importante aporte. Los más conocidos de esos personajes míticos son: San Nicolás, Santa Claus y Papá Noel.
San Nicolás (Siglo IV): es un personaje mítico con una probable base histórica. Originario de la actual Turquía, que entonces era cristiana. Fue obispo y por eso, el rojo de las prendas de Papá Noel derivaría del rojo de los ornamentos episcopales. Su santidad de vida lo había convertido en un taumaturgo y los más beneficiados por sus milagros siempre fueron los niños. La leyenda cuenta que solía filtrarse a través de las chimeneas o de las ventanas para llenar de regalos las medias que de noche los niños ponían en las chimeneas para que con el calor remanente del fuego terminaran de secarse para el día siguiente. San Nicolás es el santo patrono de Grecia, Turquía y Rusia.
Santa Claus: Es una deformación lingüística de “San Nicolás” acuñada en Nueva York hacia el año 1800. Se trata de un personaje imaginario que vive en el reino de la nieve y los bosques próximos al polo. Es gordo y bonachón, viste de rojo y se traslada en un trineo repleto de regalos para los niños. Su trineo es tirado por renos que no tienen inconveniente en elevarse a las alturas para visitar a los niños que viven en edificios elevados. Con su infaltable jo,jo,jo, su presencia entre los niños siempre significa bullicio, sorpresas y alegría.
Papá Noel: Literalmente significa Papá Navidad y es un personaje cuyas características imaginarias no lo diferencian de San Nicolás o de Santa Claus.
El árbol de Navidad: si bien en la Palestina de aquel entonces había muy pocas coníferas y árboles, de hecho el arbolito se ha convertido en el elemento decorativo más difundido y a veces exclusivo. Su significado y origen en general es ignorado por la mayoría de la población.
En Europa los celtas, en los solsticios de invierno, solían adornar sus mejores robles con adornos que evocaban el retorno del sol, la luz y la fertilidad. Los germanos por su parte, creían en la preexistencia de un árbol cósmico, eje del universo y presente en el bosque como una entidad anterior a la aparición del hombre. En el bosque, Thor el dios de la guerra y el trueno, también manifestaba su poder permitiendo la caza, la recolección de alimentos y la protección a los hombres del bosque. Para los germanos, los árboles estaban anclados a la tierra pero apuntando al cielo, morada de todos dioses. Los árboles de los bosques unían el cielo con la tierra y por eso el bosque era sagrado e intangible.
Estas creencias perduraron hasta que San Bonifacio (675 – 755), evangelizador de la Germania, en un 25 de diciembre interrumpió la ceremonia del sacrificio de un niño que se estaba por hacer en el tronco del “Roble del Trueno”. Bonifacio, blandiendo su báculo episcopal logró detener el martillo de piedra con el que el verdugo iba a matar al niño y, luego de este valiente acto, asombró a esos bárbaros diciéndoles a los gritos: “¡Escuchen hijos del bosque! La sangre no fluirá esta noche… porque esta es la noche en que nació Cristo, el Hijo del Altísimo, el Salvador de la humanidad… desde su venida, el sacrificio (humano) ha terminado”.
Dicho esto, tomó el hacha y desafió a los dioses del bosque cortando de raíz el Roble Sagrado. En sustitución de ese roble, de hojas caducas, plantó un abeto que es de hojas perennes y lo adornó con manzanas y velas que luego, con el paso del tiempo, serían sustituidas por estrellas, luces y otros adornos. La tradición del árbol de Navidad nos viene pues de los países germánicos, cuyas tradiciones la Iglesia trató de compatibilizar con las del cristianismo.
¡Feliz Navidad a todos!
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
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