LA MUERTE Y SU MISTERIO – parte QUINTA

Nota: Profesor Humberto Guglielmin.-

LOS TESTIMONIOS SOBRE EL MÁS ALLÁ

Algunos testimonios de los que han vuelto de la muerte clínica, describen sorprendentes experiencias o visiones tenidas por algunas personas durante los breves instantes de su muerte clínica – muerte cuyo proceso fue interrumpido por la reanimación de su cuerpo – nos hacen ingresar a un territorio desconocido, donde todo está por conocerse. Un territorio donde las intuiciones personales tendrán mucha más fuerza de convicción que las más elaboradas argumentaciones racionales.
En el análisis de este novedoso tema de estudio, siempre nos acompañará la incertidumbre pero al mismo tiempo siempre estaremos impulsados a hacerlo, porque tenemos una inocultable necesidad de saber cualquier detalle que pudiera aportarse sobre el más allá que nos espera. Y son cada vez más numerosos los estudios que afirman que al menos algunos de esos testimonios merezcan una atendible credibilidad.
El gran historiador y filósofo de la historia Arnold Toynbee afirma que algunas especies no humanas lloran, al igual que los seres humanos, la muerte de un congénere. Quedan fuertemente afectadas. Tal vez el caso más evidente sea la llamativa conmoción que experimentan los elefantes cuando en su migrar por la sabana dan con los restos ya degradados de algún congénere muerto años atrás. Lo identifican sin dudar como integrante de su especie y quedan largos minutos manipulándolos con su trompa y patas; no hacen eso con los huesos de otros animales. A pesar de esta increíble capacidad los elefantes no saben que algún día morirán y menos aún que algo de ellos sobrevivirá. Esa falta de conocimiento sobre su futuro, no disminuirá la fuerza con la que ellos y todos los demás animales se aferrarán a la vida.
Tampoco los saben los vegetales, y su forma de luchar para mantenerse con vida es semillando en forma masiva, todos los años y de las formas más increíbles. Solo el Homo Sapiens sabe que ha de morir y que la muerte física solo afectará al cuerpo de cada persona; el otro componente seguirá con vida, pero eso no resulta evidente para todos.

El devenir de la parte que no desaparece en el hombre, es la que da origen a las indagaciones y a las respuestas más apasionadas y dispares. Las respuestas más importantes son las Religiosas, las Antropológicas, las Científicas, las Poéticas…y, últimamente un creciente número de Médicos, Psiquiatras, Filósofos y otras personas honestas y muy capacitadas han procurado poner un poco de luz sobre ese tema incorporando nueva información. También nosotros podríamos aclarar esos enigmas, si la muerte no se obstinara en hacerlo difícil.

El tema de investigación al que nos referimos es el de las experiencias que muchos, de los que fueron declarados clínicamente muertos, con reticencias y solo a muy allegados, dijeron haber “vivido mientras estaban muertos”. Estos testimonios son numerosísimos y con muchas coincidencias. No corresponde descalificarlos sin más, a pesar de que sea un campo en el que la ciencia no puede aplicar completamente su disciplina investigativa.

La investigación de estos temas debería ser un espacio vedado a los improvisados y a los que ofrecen certezas rápidas y a pedido. No son posibles esas certezas. Sin embargo, cualquier dato sobre el más allá provocará gran curiosidad y este hecho puede motivar que algunos inescrupulosos vean en esos temas la posibilidad de hacer fortunas vendiendo testimonios reales o ficticios que son presentados en forma sensacionalista y poco seria.

Este tema hace tiempo que es objeto de una investigación rigurosa y silenciosa por parte de algunos académicos competentes y objetivos; y, a raíz de estas investigaciones algunos de ellos llegaron a tener intuiciones personales inapelables y consoladoras.
Entre los más serios y reconocidos especialistas en estudios sobre esos instantes entre la muerte clínica y la reanimación pueden contarse muchísimos y respetables autoridades como Ulrich Simón, profesor del King´s College; Arthur Koestler, autor de múltiples investigaciones; Martin Israel, eminente patólogo, miembro del Royal College of Surgeons; el sacerdote Jesuita Joshep Crehan, etc. Seguramente volveremos sobre alguno de los nombrados.

Para estas notas nos basaremos, en los primeros estudios académicos rigurosos y callados del Dr. Raymond A. Moody y colaboradores que, a comienzo de los años 70, fueron plasmados en el libro LA VIDA DESPUÉS DE LA VIDA.

DATOS PERSONALES
Raymond A. Moody (en adelante R.M.) tiene títulos académicos en medicina, filosofía y psiquiatría y fue profesor universitario en estas materias; algunas, las cursó para poder ser más certero y fundado en la investigación que le estaba apasionando desde estudiante de medicina: la de aquellas personas que habiendo sido declaradas clínicamente muertas volvieron a la vida. R.M. está casado y tiene dos hijos. Su esposa, además de un importante equipo, se constituyó en una eficiente colaboradora en sus investigaciones.
Una de estas colaboradoras, Elisabeth Kubler-Ross, cuenta que antes de conocer a R.M. estaba haciendo en Illinois, desde hacía 20 años una investigación sobre el mismo tema y que ambas investigaciones llegaban a las mismas conclusiones en los puntos centrales: que era cierto lo que nos decían nuestros padres desde hace más de 2.000 años, que existe vida después de la muerte.
Uno de los puntos de coincidencia de ambas investigaciones es el de que el paciente, luego de haber sido declarado clínicamente muerto sigue consciente de lo que sucede en su entorno. Otras coincidencias eran la de que todos los pacientes en el instante de la muerte clínica experimentaban la sensación de que su cuerpo flotaba lleno de paz. Que las personas que estaban rodeando su cuerpo exánime se afanaban en auxiliarlo de las más variadas maneras. Que luego de un tiempo, salían a recibirlo sus familiares y, a lo lejos, una deslumbrante Luz etc.
Las coincidencias básicas entre ambas investigaciones les resultó de un gran aliciente para seguir investigando. Elisabeth Kubler-Ross le advirtió al Dr. R.M. que debía estar preparado a recibir muchas críticas muy duras, en especial de científicos y médicos, porque considerarán que todas esas investigaciones pecan de acientíficas y también las de muchos integrantes del clero, que se molestarán porque considerarán que estas investigaciones están invadiendo un campo que les debe ser exclusivo. Lo anima a seguir sus investigaciones con la conciencia de que lo descubierto es verdadero y que todo se hace con gran honestidad y buscando solo la verdad.

ACLARACIONES FUNDAMENTALES QUE HACE EL Dr. R.M.
Después de haber expuesto en su libro variados testimonios de personas que, habiendo sido declaradas clínicamente muertas, relataron las vivencias tenidas en esa extrema situación, el Dr. R.M. advierte: “Lo que he hecho aquí no es un estudio científico… no me engaño pensando que he *probado* que hay vida después de la muerte… Cuando alguien dice que ha llegado a determinada conclusión, implícitamente está afirmando que cualquiera que parta de las mismas premisas deberá llegar al mismo resultado, a menos que haya cometido algún error en el proceso… por eso me niego a sacar conclusión alguna, y no intento construir una prueba de la antigua doctrina de la supervivencia a la muerte corporal”.

“No obstante sigo pensando que los informes de las experiencias próximas a la muerte son muy significativas. Lo que quiero descubrir es un medio de interpretarlas que ni rechace las experiencias sobre la base de que no constituyen una prueba científica o lógica, ni las convierta en algo sensacional apelando a vagas afirmaciones emocionales… que prueban que hay vida después de la muerte”.
“Creo que el hecho de que nuestra imposibilidad actual para construir una *prueba* no sea una limitación (a las investigaciones sobre estas experiencias). Quizás sea una limitación de los modos aceptados de pensamiento científico y lógico… Por ello, termino no con conclusiones, evidencias o pruebas, sino con algo mucho menos definido: sensaciones, preguntas, analogías y hechos asombrosos que deben ser explicados…”
“¿Cómo me ha afectado personalmente el estudio? Como respuesta solo puedo decir que hay algo muy persuasivo en la forma en que las personas describen su experiencia y que ese algo, no puede ser trasladado adecuadamente al texto. Lo sucedido era muy real para ellos y, a través de mi asociación con los entrevistados, se ha convertido en algo real para mí.”

“No dejo por ello de darme cuenta que se trata de una consideración sicológica y no de una (consideración) lógica. La lógica es una materia pública, pero no ocurre lo mismo con las consideraciones sicológicas. Las mismas circunstancias pueden cambiar y afectar a personas en diferentes formas. Es un asunto de disposición y temperamento y no deseo que mi reacción ante este estudio se convierta en ley (mandato) para el pensamiento de otro.”
“Podría alegarse que, si la interpretación de esas experiencias es en última instancia una materia subjetiva, no está claro el motivo de estudiarlas. La única respuesta que se me ocurre es… que cualquier luz que pueda arrojarse sobre su naturaleza es válida.”
“…lo que aprendemos sobre la muerte puede producir importantes diferencias en la manera en que actuamos en nuestras vidas. Si las experiencias del tipo que he discutido son reales, entonces tienen profundas implicaciones en lo que cada uno de nosotros hacemos en nuestras vidas… no podemos comprender plenamente esta vida hasta que sepamos algo de lo que hay más allá”.

Esta larga nota aclaratoria que hace el Dr. R. M. debería haberla puesto después de la exposición de los testimonios de las personas re-animadas; sin embargo la puse antes de esos testimonios, simplemente porque conviene prevenir las descalificaciones prematuras y fáciles de esos testimonios, y del propio Dr. Raymond A. Moody, a las que somos tan propensos. En la próxima nota transcribiré algunos testimonios.

Nota: Profesor Humberto Guglielmin

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