LA MUERTE Y SU MISTERIO – PARTE 11

Nota: Profesor Humberto Guglielmin

LA MUERTE Y SU MISTERIO PARTE 11
PREGUNTAS Y RESPUESTAS sobre la investigación

En sus periplos de conferencias por todo el mundo a propósito de sus investigaciones difundidas en su libro “La Vida Después de la Vida”, luego de sus exposiciones el Dr. Raymond Moody daba la oportunidad al público de preguntar y repreguntar sobre sus investigaciones sobre los fenómenos que muchas veces acompañaron la muerte clínica de personas que luego retornaron. Allí escuchó y dio respuesta a las más variadas observaciones. Sus respuestas textuales estarán entrecomilladas, las que no lo estén serán síntesis no textuales.

*Pregunta: “¿Todo esto es un invento suyo?”
Respuesta: Si lo fuera, esa pregunta debería ser formulada también a los investigadores de este mismo tema dispersos por los diversos países. Son experiencias similares en todas partes y provocan, por lo menos, curiosidad científica. Estoy seguro que existe entre quienes me escuchan algunos que tienen conocidos o parientes que han vivido similares experiencias. Además, como profesor de Psiquiatría y Filosofía de la Medicina, no quiero ser deshonesto y decir cosas falseadas.

*P. “¿Hasta qué punto son comunes esas experiencias?”
R. No se puede, por ahora, dar un número estadísticamente significativo por falta de más estudios, pero se trata de un fenómeno más común que lo que puede creer una persona que no ha estudiado este tema. En todas las conferencias que he dado siempre alguien levantó la mano para afirmar, conmovido, que él o alguno de sus conocidos vivieron las experiencias que comentamos. Podría darse el caso de que a esas conferencias solo fueran aquellas personas predispuestas a creer en esas experiencias, pero… se dieron casos en que algunas de las personas que reconocieron haberlas tenido no tenían conocimiento sobre el tema de la conferencia que yo iba a dar, y se encontraron con esa sorpresa.

*P. “¿Porque esas experiencias no son más conocidas por el público?”
R. “Nuestra época está decididamente en contra de una discusión sobre la posibilidad de supervivencia a la muerte corporal.” A la ciencia y a la tecnología “hablar de la vida posterior a la muerte les resulta algo atávico… sienten que la idea pertenece más a nuestro pasado supersticioso que al presente científico. En consecuencia, quienes han experimentado lo que recae fuera de la esfera de la ciencia son considerados en forma ridícula. Siendo conscientes de estas actitudes, las personas que han tenido experiencias trascendentes se muestras remisas a relatarlas abiertamente.” Aunque de hecho no lo sean, si contaran lo vivido, esas personas tienen miedo a ser tomadas como excesivamente imaginativas o directamente con precario equilibrio sicológico. A lo sumo, lo comentan a muy pocos dentro del ámbito familiar, dentro del cual en la mayoría de los casos serán vistos con piedad.
Hablar de este tema en los corrillos médicos es tomado como poco serio, y a esto se añade el hecho de que durante sus estudios universitarios a los futuros médicos se les inculca que deben ser muy reservados sobre los comentarios que haga el paciente respecto a sus vivencias subjetivas. Debido a estas razones los médicos, que son los que más posibilidades tendrían de encontrarse con este tipo de experiencias, no tienen sobre ellas más información que cualquier ciudadano.

*P. “¿Existe diferencia entre hombres y mujeres respecto a este fenómeno?
R. No parece existir ninguna diferencia… ninguna de las experiencias enumeradas en las notas anteriores se da con más frecuencia o intensidad en unos o en otros. La única diferencia radica en que los hombres son más reticentes en hablar y algunos confiesan que trataron de olvidarlo por temor al ridículo. El Dr. Russell Moores – investigador colega del Dr. Moody – piensa lo mismo: “Los hombres que llegan a él para informarle de alguna experiencia psíquica son tres veces menos numerosos que las mujeres”.

*P. “¿Cómo sabe que no le están mintiendo?
R. Quienes no han escuchado ni visto cómo, los que las han tenido, relatan esas experiencias no volverían a formular esa pregunta: “He sido testigo de que hombres y mujeres adultos, emocionalmente estables, se venían abajo y lloraban al contarme acontecimientos que les habían sucedido tres décadas antes. He detectado en sus voces una sinceridad, calor y sentimiento que no pueden ser transcritos… la posibilidad de que esos relatos puedan estar preparados, me resulta insostenible…” aunque algunos no compartan esta opinión. Añade el Dr. Moody que el hecho de las similitudes en los relatos, de personas tan diferentes entre sí, con investigadores que se desconocen entre ellos, con trabajos distintos y lugares geográficos distanciados entre sí hacen imposible una confabulación para destruir la seriedad de la investigación sobre este tema.

*P. ¿No es posible que hayan elaborado sus historias con los años?
R. Existe un fenómeno sicológico por el que una persona a partir de un hecho menor, agradable o desagradable, con el paso del tiempo y el periódico añadido de sutiles incorporaciones, puede ir enriqueciendo de tal manera el relato que, finalmente, queda muy alejado del original… Para el Dr. Moody esta posibilidad no cabe, al menos en la mayoría de los casos estudiados. Los relatos, algunos de ellos hechos en el hospital apenas luego de su encuentro con la muerte, no difieren mayormente de aquellos que son evocados luego de más de 20 años. Existen casos de algunos de esos testigos que escribieron esas experiencias muy poco después de su situación de muerte y que mucho tiempo después volvieron a leerlas, y no difería mayormente una versión con la otra.
Lo que sí sucedió es lo contrario, muchos hicieron un esfuerzo consciente para controlar y aún olvidar y suprimir por completo esos recuerdos. Una mujer afirmó: “Creo que hay más cosas, pero no puedo recordarlas. Traté de olvidarlas porque sabía que la gente no iba a creerme”. Y un veterano de Vietnam gravemente herido: “He dejado de contarlo hasta ahora… creo que hay muchas cosas que no recuerdo. He tratado de olvidarlas”. El embellecimiento de esas experiencias no parece ser significativo.

*P. ¿Esas experiencias no serán una consecuencia de sus creencias religiosas?
R. “Parece serlo hasta cierto punto… la descripción del ser luminoso es invariable, sí cambia la identidad que se le adscribe, aparentemente en función de los antecedentes religiosos del individuo. Sin embargo, en toda mi investigación no he escuchado una sola referencia al cielo o al infierno… muchas personas han señalado qué diferentes fueron sus experiencias a lo que hubieran esperado teniendo en cuenta su aprendizaje religioso… en algunos casos los informes provienen de personas que carecían de creencia o educación religiosa anterior a la experiencia, y sus descripciones no parecen diferir en contenido en comparación con las personas con fuertes creencias religiosas. En algunos casos, alguien que había estado expuesto a doctrinas religiosas y las había rechazado, adquirió profundos y nuevos sentimientos religiosos tras la experiencia. Otros comentaron que aunque habían leído textos religiosos, como la Biblia, hasta que tuvieron aquella experiencia no habían comprendido realmente algunas cosas.”

*P. ¿Qué relación tienen las experiencias que ha estudiado con la posibilidad de la reencarnación?
R. “Ninguno de los casos que he observado es indicativo de alguna manera de que la reencarnación se produzca… ninguno de ellos excluye esa posibilidad… el entrevistar a quienes han estado cerca de la muerte no es la técnica apropiada para estudiar la reencarnación”.

*P. “¿Conoce algún caso perteneciente a otra cultura?
R. “No. De hecho, una de las múltiples razones por las que digo que mi estudio no es *científico* se debe a que el grupo de individuos a quienes he escuchado no está constituido por una muestra al azar de seres humanos. Estaría muy interesado en escuchar experiencias cercanas a la muerte de esquimales, navajos, watusis, etc.”

*P. ¿Hay ejemplos en el pasado de fenómenos cercanos a la muerte?
R. “No los conozco… tengo la sospecha que este tipo de experiencias han sido más comunes en las décadas pasadas que en períodos anteriores. La razón es que solo en los últimos tiempos ha podido producirse la reanimación tecnológica. Muchos individuos que sobrevivieron en nuestra época, no hubieran podido hacerlo en tiempos pasados.”

*P. “¿Ha investigado los archivos médicos de sus entrevistados?
R. “Siempre que me fue posible. En los casos en que me invitan a hacerlo han demostrado la exactitud de las afirmaciones hechas por las personas implicadas… en muchos casos cuando los registros médicos no han sido accesibles, he contado con el testimonio de amigos, doctores o parientes del informante, quienes han afirmado que se produjo la muerte clínica”.

*P. “He oído que al cabo de cinco minutos la reanimación es imposible, y sin embargo usted dice que algunos de los entrevistados estuvieron *muertos* hasta veinte minutos. ¿Cómo es posible?
R. “…los números y cantidades que se citan en la práctica médica son valores medios y no deben tomarse como absolutos. La cifra de cinco minutos … es un promedio. Es una norma clínica no intentar la reanimación después de cinco minutos porque en la mayor parte de los casos puede haberse producido algún daño cerebral por falta de oxígeno. Sin embargo… he encontrado casos en los que la reanimación se produjo después de veinte minutos, sin que de ello resultara dañado el cerebro”.

En la próxima y última nota sobre este tema, veremos las diversas concepciones existentes sobre lo que es y lo que significa la muerte.

Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

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