Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
¿REALMENTE EXISTIÓ?
A muchos, cristianos y no cristianos, nos gustaría complementar con datos de la historia algunas cosas que sabemos por la fe. Uno de estos temas tiene que ver con la existencia histórica de Jesús de Nazaret. Para algunos, la existencia de Jesús es mítica, y para otros se funda únicamente en fuentes cristianas -los evangelios- lo que le quita valor probatorio por ser parte interesada. No son pocos los que dudan de que Jesús haya existido.
Para responder a este planteo resultaría muy conveniente contar con testimonios contemporáneos a los sucesos y ajenos al cristianismo, que confirmen, aunque sea parcialmente, algunos de los hechos y enseñanzas que Jesús dejó a sus discípulos, de tal manera que no queden dudas de que Jesús realmente nació y desempeñó su misión en una época histórica determinada. Esta cuestión es conocida como la Historicidad de Jesús.
Si, por razones obvias, de esta cuestión excluimos las múltiples fuentes cristianas, no queda otra alternativa que ver si entre los escritos judíos de ese tiempo existiera algún escrito verificable que confirme que Jesús de Nazaret vivió y actuó en un determinado tiempo y lugar.
La búsqueda no es tan sencilla pues: a) En esa época, con Palestina bajo control romano, las personas que se destacaban eran más bien los militares y los políticos y, solo en menor medida, los que eran considerados los grandes maestros de la religión judía. Jesús no encasillaba en ninguna de estas opciones por lo que su figuración fue solo localizada. b) Debido a los problemas de comunicación de la época, los sucesos importantes para una región, raramente eran conocidas en la región contigua. c) Muy pocas personas sabían leer y escribir y tenían los elementos para poder hacerlo. d) A raíz del sitio de Jerusalén y la dispersión de los judíos que le siguió, los pocos escribas que podían tener información y recursos como para escribir, estaban tan devastados por la destrucción del Templo y los problemas que le siguieron, que no le dieron importancia a un tema como el de Jesús de Nazaret, que para ellos era de importancia menor.
Sin embargo, existe una gran excepción.
TITO FLAVIO JOSEFO (36-100 d.C.)
Es un historiador judeo-romano de enorme importancia, imprescindible si se quiere tener una visión de los tiempos y lugares de los que fue testigo, entre ellos las turbulencias políticas y sociales que antecedieron y siguieron a la destrucción de Jerusalén y del Segundo Templo, pero también de la aparición de Jesús y la propagación se su doctrina por todo el imperio Romano.
Flavio Josefo tuvo una esmerada educación, acorde a sus raíces aristocráticas. En el año 64 va a Roma para negociar, infructuosamente, con el gobierno de Nerón la liberación de algunos judíos que se habían rebelado contra Roma. Ya de regreso, en el año 66 se produjo la gran revuelta contra Roma que puso en jaque su poder en esa región. Esta rebelión puso a Flavio Josefo en una situación difícil pues era tenido por Roma como persona capaz y confiable tanto que fue nombrado gobernador de Galilea, en la que impuso cierto orden, pero al mismo tiempo simpatizaba con los rebeldes, con quienes finalmente se unió y, dada su capacidad, fue puesto en cargos militares y políticos de mucha importancia.
Cuando la rebelión de los judíos se generalizó, Nerón decidió enviar al general Vespasiano y a un muy potente ejército para que le ponga fin. Como era de esperar, la potencia de Roma no tenía equivalentes por lo que arrasó con la resistencia allí donde aparecía. Uno de los últimos episodios militares implicó a Flavio Josefo. Según una tradición, en el año 73 estando al frente de una fuerza de entre 40 y 1000 personas (según la fuente que se consulte), fue arrinconado en la parte alta de una elevación montañosa actualmente llamada Masada y, para evitar rendirse a los romanos, luego de una deliberación grupal, prácticamente todos prefirieron arrojarse al vacío y morir. La leyenda cuenta que Flavio Josefo con 2 mujeres y algunos niños no lo hicieron, y gracias a esto sabemos lo que sucedió allí. (En 1981 se hizo una premiada película sobre este tema llamada precisamente “Masada”).
A pesar de su enfrentamiento con Roma, Flavio Josefo fue amnistiado por haberle anunciado a Vespasiano que se convertiría en Emperador; y así sucedió. Ante la llamada del Senado, Vespasiano deja Palestina y partió a Roma dejando la finalización de esa campaña a su hijo Tito, que lo hizo en forma brutal.
El sitio de Masado habría durado bastante tiempo y lo sucedido allí está envuelto en la leyenda. En general no se acepta la versión del suicidio en masa,
pero sí que hubo una muy dura batalla para no rendirse y evitar la ocupación de Judea.
Durante tiempo posterior a la reocupación de Judea, Flavio Josefo cumplió el papel de mediador entre el ejército vencedor y los judíos en dispersión; los romanos lo necesitaban por su manejo de las lenguas de esa zona y de las particularidades de sus habitantes. Para ellos, era una mal necesario, sin embargo, no confiaban en él por ser judío, y los judíos lo consideraban un traidor.
Hoy Masada es un gran centro de turismo patriótico y una referencia para los nuevos reclutas del ejército de Israel. Lo sucedido en esta sublevación y muchísimos otros hechos los conocemos gracias a sus méritos como historiador. Sus obras más importantes son: “La guerra de los Judíos” y especialmente “Antigüedades Judías”. En esta obra recorre la historia de los judíos hasta el año 70 d.C. y trata de demostrar la superioridad de su religión comparada con la de otros pueblos.
Otra principalísima razón de su importancia tiene que ver con que, a pesar de no ser cristiano, confirmó con datos detallados la historicidad de Jesús y la coincidencia entre varios de sus relatos y los de los evangelios. Veamos:
SOBRE JESÚS
+“Por este tiempo vivió un hombre sabio llamado Jesús, y su conducta era buena, y era sabio y era virtuoso. Muchos de entre los judíos y de entre las otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que habían venido a ser sus discípulos no abandonaron el discipulado (siguieron siendo fieles a él). Informaron que se les había aparecido tres días después de la crucifixión, y que estaba vivo. Por ello, quizás fue el Mesías acerca de quien los profetas han dicho maravillas. Y la tribu de los cristianos, así llamada por él, no ha desaparecido hasta el día de hoy”. Antigüedades, XVIII, 63.
SOBRE JUAN EL BAUTISTA
+“Algunos judíos creyeron que el ejército de Herodes había perecido por la ira de Dios, sufriendo el condigno castigo por haber muerto a Juan, llamado el Bautista. Herodes lo hizo matar, a pesar de ser un hombre justo que predicaba la práctica de la virtud, incitando a vivir con justicia mutua y con piedad hacia Dios, para así poder recibir el bautismo. Era con esta condición que Dios consideraba agradable el bautismo; se servían de él, no para hacerse perdonar ciertas faltas, sino para purificar el cuerpo con tal que previamente el alma hubiera sido purificada por la rectitud. Hombres de todos lados se habían reunido con él, pues se entusiasmaban al oírlo hablar. Sin embargo, Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a los súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes de que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quizás tendría que arrepentirse más tarde, si se produjera alguna conjura. Es así como por estas sospechas de Herodes fue encarcelado y llevado a la fortaleza de Maqueronte, de la que hemos hablado antes, y allí fue muerto. Los judíos creían que, en venganza de su muerte, fue derrotado el ejército de Herodes, queriendo Dios castigarlo”. (Antigüedades, XVIII, 5)
Estas referencias hechas por un gran historiador como Flavio Josefo, como mínimo validan la historicidad de Jesús, y las alusiones a Juan el Bautista son coherentes con lo que sabemos sobre él a través de los evangelios.
Existen otras referencias no cristianas sobre la existencia de Jesús de Nazaret, pero no son tan directas; se refieren a sus seguidores, los cristianos y a los problemas que le significaban al Imperio por su desafío a la religión romana y a la adoración a la persona del emperador. El título de Augusto que se añadía al nombre del emperador significaba venerable, majestuoso, divino; era tenido como uno más de los dioses del Imperio.
Conviene añadir que seguramente hubo muchas más referencias escritas a la existencia histórica de Jesús de Nazaret, pero esos testimonios desaparecieron a raíz de la destrucción del Segundo Templo y de las tremendas persecuciones a los cristianos de Palestina y de todo el Imperio durante los primeros siglos. Veamos:
PUBLIO CORNELIO TÁCITO (56 a 118 d.C.)
Fue el historiador romano más cercano a los tiempos de Jesucristo en Judea y solo fue testigo del tiempo inmediatamente posterior a la muerte de Jesús. Su importancia radica en que nombra a un líder religioso llamado Cristo, y que vio con sus ojos la multiplicación de sus seguidores y la conmoción que su doctrina estaba produciendo en el Imperio. Fue, además, testigo presencial de los crueles tormentos que se aplicaban a los que eran acusados de ser seguidores de Cristo.
Al igual que Flavio Josefo, no solo conocía muy bien a los romanos, también fue funcionario imperial en Asia, y conoció muchos sucesos que habían ocurrido allí. En sus “Anales” habla del incendio de Roma provocado por Nerón, y de sus directivas para que se culpe a los cristianos de haberlo provocado y así justificar su exterminio. (64 d. C.)
En ese libro escribe que: “para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos que el vulgo llamaba “crestianos” (sic), un grupo odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio fue ejecutado por el Procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo no solo en Judea, tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.
PLINIO EL JOVEN (61 a 112 d.C.)
Entre sus escritos se conserva una carta en la que le pregunta al Emperador Trajano qué debía hacer con aquellos que eran denunciados por ser cristianos… En esa carta cita tres veces a Cristo y le dice al emperador que los cristianos admitían como única culpa reunirse al alba y cantar antífonas a Cristo, al que consideraban Dios. Le dice que, como Procónsul de Roma en Bitinia, actual Turquía, dejaba en libertad a aquellos cristianos que abjuraban de su fe y quemaban incienso ante las estatuas de Trajano y de los dioses de Roma.
En su respuesta Trajano le dice que deje de hacer una búsqueda activa de cristianos pero que cuando hubiera denuncias contra ellos, si no se retractaban, los castigara.
Aunque menos directos, también aportan datos sobre los primeros seguidores de Cristo otros historiadores importantes como: Suetonio, Luciano, Serapión, Celso; y en el Talmud, en el tratado Sanhedrin 43ª.
Ninguno de los jerarquizados historiadores aquí citados tenía la menor simpatía por Cristo o los cristianos. Si los vieron como un problema para el Imperio es porque tanto Cristo como sus seguidores existieron y fueron parte de la historia. No hay buenos argumentos para dudar de la historicidad de Cristo.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com