HORÓSCOPO 2025

Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –

Hace ya tiempo que los kioscos y librerías comenzaron a vender masivamente todo tipo de publicaciones sobre predicciones para el año que recién comienza. Esas publicaciones pretenden adelantar a sus lectores lo que les sucederá durante este año si recurren al Horóscopo, al Tarot y a otras formas de tirar las cartas, la Quiromancia, la Numerología, las Pirámides, la Borra del café, el Péndulo etc.

Sin dudas la más difundida de las formas de predicción del futuro es la astrología, una pseudociencia que cree que el movimiento de los astros influye sobre todos los aspectos de la vida de los hombres: salud, amor, viajes, perspectivas económicas, carácter etc. La posición de los astros en un momento dado de su recorrido celeste determinaría la suerte de los hombres, de las naciones, de las empresas, de la economía, de las guerras etc. Es poco lo que el hombre podría hacer contra el designio de los astros.

Los signos zodiacales son interpretaciones de las figuras que forman las constelaciones de estrellas en la bóveda celeste en un período dado del recorrido del sol. Ese recorrido solar llamado eclíptica se divide en 12 arcos de 30 grados cada uno. Esos arcos están arbitrariamente identificados con diversos nombres y figuras, que son conocidas por todos. Mientras el sol en su recorrido orbital está dentro de los límites de cada uno de esos arcos, las personas nacidas durante ese tiempo, habrían recibido de los astros de ese arco una influencia tan determinante que todos los actos de su vida quedarían condicionados, y podrían ser interpretados por personas iniciadas en este tipo de videncias. Además de las constelaciones y astros en general, la influencia de la luna y de los planetas sería particularmente importante.

Los babilonios, 3000 años atrás fueron los primeros en dividir la eclíptica solar en 12 signos y dar forma a esta pseudociencia. En ese entonces se creía que los planetas en realidad eran dioses y que la astrología a través de sus sacerdotes manifestaba cuales eran sus designios. Con el tiempo tanto la astronomía como su hermana menor de edad la astrología se pusieron de acuerdo en que los planetas no eran dioses, solo tenían de los dioses el nombre.

Si bien la astrología abandonó el politeísmo al considerar que los planetas no eran dioses, sí siguió atribuyéndoles a los astros poderes mágicos o divinos, disfrazados bajo el nombre de “influencias” o “fuerzas”, que podían ser identificadas por los sacerdotes. Estas “influencias” astrales serían determinantes en la vida de las personas, y los astrólogos actuales se jactan de decir que su saber milenario conforma una verdadera “ciencia”. La prueba que ofrecen es la de que, según ellos, son innumerables las comprobaciones y aciertos registrados.

Al respecto, podrían presentarse una serie de observaciones:

a) Sería bueno verificar qué es lo que ellos entienden por comprobación, porque no se sabe que hayan hecho esfuerzo riguroso alguno para poner a prueba esas comprobaciones. (Nunca entendí porque una persona que nació en exactamente las mismas condiciones astrológicas que yo, haya llegado a general, a Comandante en Jefe del Ejército y a la presidencia de facto de Argentina (Juan Carlos Onganía 1914-1995)) y yo nunca haya podido ir más allá del aula).

b) Dada la antigüedad de esta supuesta ciencia, su estructura debería haber sufrido innumerables modificaciones a lo largo del tiempo, pues esto es lo que sucede a cualquier ciencia. Las ciencias se corrigen permanentemente, ninguna de ellas se mantuvo mucho tiempo sin correcciones importantes; las que no son ciencias no tienen este inconveniente.

c) Si en la antigua Babilonia resultaba creíble a las masas populares que la posición de los astros determinaba los hechos de su vida diaria, hoy no resulta aceptable que la posición de los astros sea la responsable de que mi viaje a Catamarca se suspendiera por una huelga o de mi dolor de muelas.

d) Es regla inviolable de los astrólogos hacer sus predicciones en forma imprecisa, vaga e inconexa. Esa vaguedad abre dos posibilidades: a) que si no se cumple absolutamente nada de lo que dice el horóscopo, nadie lo registrará como pronóstico falso, simplemente porque la gente solo registra lo que cree que sucedió o b) que si por ejemplo, hubiera algún consejo recomendando cuidar la salud y días después de leído tuviera dolor de estómago o me resfriara, muchos estarían dispuestos a decir que el horóscopo estaba en lo cierto, no había cuidado mi salud. Normalmente el horóscopo siempre evitará dar cualquier tipo de precisión y recurrirá a obviedades de sentido común que nadie negaría, y que pueden significar cualquier cosa o ninguna.

e) Ningún astrólogo estará dispuesto a hacer un experimento riguroso y público para comprobar la exactitud de predicciones concretas. El ejemplo más escandaloso de vaguedades inconexas es el del muy famoso Nostradamus (1503a1566).Sus supuestas profecías son escandalosamente delirantes, no dicen nada que sea inteligible. Sus cuartetas son un cajón de sastre, una sucesión de frases inconexas, que no tienen la menor relación de continuidad entre ellas. Son parrafadas lunáticas escritas antes de acostarse y después de tomarse un abundante cóctel de drogas duras con chimichurri. No hay nada rescatable de esos escritos porque son manifiestamente confusos y vagos.

f) Sin embargo, precisamente por esta característica, los charlatanes de turno se amparan en la supuesta autoridad profética de Nostradamus para predecir lo que a ellos se les ocurre que sea llamativo, motive curiosidad y produzca ventas, muchas ventas. Las predicciones se han convertido en un negocio rentable, porque hay mucha gente con las defensas bajas, que es vulnerable, y que está a la espera de cualquier cosa que les ayude a mejorar su autoconfianza.

g) Todas las formas de predicción alegan ser ciencias, para así apropiarse del prestigio que lograron las ciencias empíricas a lo largo de los siglos, pero en realidad son solo formas de pseudociencias al igual que la homeopatía, la parasicología, el chamanismo, la ufología, el terraplanismo etc. No aceptan el rigor de los procedimientos de pruebas y contrapruebas demostrativas propias de toda ciencia. ¿Qué influjo rector sobre la vida de los hombres pueden tener astros que son solo masas gaseosas y ardientes, o que solo son pedregales áridos, polvorientos y con temperaturas extremas? Ambientes parecidos también los tenemos en la Tierra, pero… ¡no se les conoce efecto benéfico alguno!

h) Las pseudociencias necesitan que nada pueda ser sometido al despiadado pero necesario procedimiento científico. Las ciencias han contribuido a desenmascarar muchas supercherías, pero falta mucho por hacer. Tal como sucede hoy con lo que en algunos casos afirman los meteorólogos, Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) en su tiempo se sorprendía de que cuando dos adivinadores se cruzaban en la calle, no se mataran de risa por lo que habían predicho.

i) Aunque Mario Bunge (formidable filósofo de las ciencias argentino, emigrado y nacionalizado canadiense) y otros, digan que siempre estas pseudociencias a la larga son dañinas porque inducen al acatamiento y a la pasividad frente a las realidades de la vida, otros evalúan que, como se lee en forma recreativa, es un pasatiempo inofensivo.

¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!

Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

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