Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
LOS VISITANTES
El día 17 de julio de este año trascendió que 6 diputados de LLA habían visitado a algunos de los presos que purgan prisión perpetua por hechos cometidos durante el gobierno militar. Entre los visitantes había dos Diputadas Libertarias que uno se pregunta cómo diablos llegaron a ser Diputadas. Se trata de la mendocina Rocío Bonacci y la santafesina Lourdes Arrieta, la misma diputada que fue al parlamento de la Nación luciendo en la parte externa de su cabeza, otro hermoso patito amarillo.
Interrogada sobre la razón de su visita dijo: “Nací en 1993 y ni idea tenía de quienes eran”. ¿Esta diputada dónde demonios hizo el secundario? ¿Qué méritos exhibió para llegar al Parlamento Nacional? No conforme con lo dicha, añadió otras palabras memorables: “ la verdad es que vi internos de 80 años y yo no sabía los nombres, las caras y no tenía ni idea”…Y respecto a los hechos por los que esas personas están presas aclaró: “ Es un tema que no está en mi agenda, que nunca lo estuvo, que no está en mi itinerario de actividades( Ohhhh! ), ni siquiera de proyectos. Hubo un juez que dictaminó que tienen que estar ahí y punto”… Su compañera, la diputada Bonacci compartió esas tonterías, pero por lo menos tuvo el mérito de hablar menos. ¿Qué podemos esperar de semejantes dirigentes?
A pesar del poco vuelo de algunos de esos visitantes, hubo sin embargo un gran alboroto en los partidos y prensa de izquierda, que se rasgaron las vestiduras y salieron a condenar en forma estridente la visita, y a pedir una pena ejemplar para todos ellos. (Seguramente Arrieta y Bonacci serán exceptuadas).
ACUSACIONES
Uno de los muchos argumentos esgrimidos para exigir el castigo a los visitantes fueron: “Los militares no están arrepentidos y se niegan a decir cuál fue el destino de los niños nacidos en cautiverio, y eso es imperdonable”.
La guerra es la más siniestras de las caras de la política. Es el retorno a la más completa barbarie donde, para prevalecer, no se respeta ninguna de las normas que regulan las relaciones entre los hombres en tiempos de paz. El objetivo de cualquier guerra es imponerse al rival utilizando en forma escalonada todo el terror que las circunstancias exijan. En tiempos de paz todos los hombres y todas las naciones condenan los actos reñidos con las normas de convivencia, pero en tiempos de guerra, si ven que su violación resulta conveniente para lograr la victoria, no dudarán en pasar, siempre con mucha discreción, por sobre las más elementales reglas morales.
Las pruebas las tenemos todos los días en las pantallas de la TV: Los horrores diarios en la Franja de Gaza (Hamás e Israel); la interminable, injustificable y cruel guerra de Ucrania-Rusia; los increíbles excesos de la guerra de los Balcanes; las invasiones de EE. UU, a Iraq y Afganistán, las extremas crueldades de Francia en la guerra de independencia de Argelia (ver “La Batalla de Argel”, de Gillo Pontecorvo). La lista es interminable. No existen excepciones. En las guerras no existen los buenos modales. Si no queremos su horror, hay que evitar las guerras.
Una de las características de cualquier guerra es la falta de respeto a la vida, y en el caso de los niños, siempre es preferible entregarlos en adopción que quitarles la vida, como le sucedió a la hijita del capitán Viola que fue fusilada en brazos de su padre. Nadie celebra la decisión de dar los niños en adopción, pero si la orden que venía de la superioridad era que la combatiente embarazada debía ser ejecutada ¿cuál hubiera sido una alternativa mejor que esperar el nacimiento y entregar en adopción al recién nacido?
Si las desapariciones de niños se producen en tiempos de paz, (¿Dónde está Loan y tantos otros niños?) con más razón suceden en tiempos de guerra. Como ejemplos por su masividad podemos citar lo que está sucediendo actualmente con decenas de miles de niños ucranianos que fueron internados en Rusia y de ellos no se sabe nada, o lo que pasó a los millares de niños españoles mandados a Rusia en ocasión de la Guerra civil de 1936. Lo que actualmente está pasando a los niños y madres en la Franja de Gaza o lo que sucede en las partes de África afectadas por el cambio climático o por guerras, es indescriptible. ¡Y nadie hace escándalo por estos niños!
Es horroroso decirlo, pero todos los datos nos aseveran que en las guerras se debe eliminar al combatiente rival, sea hombre o mujer, embarazada o no. En Argentina en la guerra antisubversiva de los 70, las FF.AA. decidieron que en el caso de las combatientes embarazadas se respetara el derecho a la vida de quienes estaban por nacer, porque eran inocentes. Esos niños fueron entregados a familias que los desearon y amaron como si hubieran sido propios.
UN NIETO RECUPERADO
-Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, siempre tuvo la necesidad de saber el destino del niño de su hija, combatiente de Montoneros. La búsqueda fue interminable y dolorosa hasta que por fin apareció el nieto buscado. Apenas nacido había sido entregado en adopción a un matrimonio de campo de apellido Hurban, que lo crio con todo el amor del mundo. Descubierta su verdadera identidad, pasó a ser Ignacio Montoya Carlotto pero, como en todos los casos, se inició contra los Hurban una causa por adopción irregular, causa que – ¿inexplicablemente? – está cajoneada.
Sobre este tema Ignacio dijo: “Que mis viejos Juana y Clemente puedan terminar presos por mi historia… es algo que no podría soportar. Todo un bufete de abogados sigue la causa judicial, a mí me estresa…ellos tienen una hermosa relación con nosotros y con mi hija.” Ignacio, que sigue en Olavaría, sabe que sus padres de crianza no supieron los verdaderos detalles de su adopción y también sabe que pueden ser condenados a la cárcel por delitos de Lesa Humanidad. Y no puede soportar esa posibilidad. Seguramente, Estela de Carlotto moverá influencias para conjurar esa posibilidad alegando que los Hurban amaron a su hijo, pero ¡eso mismo sucedió en todos los demás casos! Sin embargo, con esos otros casos la Justicia no suele ser tan contemplativa como lo es en el caso del nieto de E. de Carlotto.
Sorprende que muchas de las dirigentes que con más estridencia reclaman por esos niños nacidos en cautiverio sean, al mismo tiempo, las ruidosas defensoras del aborto…Los militares no lo eran, y gracias a esa actitud ellas están con vida.
A las floridas elucubraciones jurídicas válidas para tiempos de paz, de ninguna manera se las tiene en cuenta en tiempos de guerra, donde cualquier brutalidad es utilizada si sirve para obtener la victoria. No existen las guerras de buenos modales. Las reglas para tiempos de guerra que dictó la Convención de Ginebra son pisoteadas constantemente en todos los lugares donde hay o hubo conflictos y no importa si se trata de países civilizados o incultos. ¡Todos lo hacen! ¡Siempre!
Por supuesto que nadie defiende ni celebra que las cosas sean así; simplemente son así; porque las guerras las gana el bando más bárbaro, no el más respetuoso de los DD.HH.
El Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de1949 incorporado en 1977, en su artículo 4 habla de las garantías fundamentales que asisten a toda persona envuelta en un conflicto del que no forma parte. Leerlas produce una sensación entre el asombro y la incredulidad: allí se exigen para tiempos de guerra muchísimas más garantías que las vigentes en tiempos de paz por eso, al leerlos uno se lleva la impresión de que se trata de algo poco serio, algo demasiado lírico. ¿Qué validez tienen las leyes que siempre y en todos los casos son desobedecidas? De hecho, esos acuerdos se usan solamente para descalificar a países antipáticos.
En tiempos constitucionales y de paz no se pueden formar alegremente 4 ejércitos: Ejército Montonero, Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Peronistas, Fuerzas Armadas Revolucionarias y muchas otras agrupaciones menores, todas de carácter militar, con el fin de enfrentar a las FF.AA. de la Nación y tomar el gobierno nacional- en manos de incompetentes y corruptos- y pretender que no se den las funestas consecuencias que se dan en cualquier guerra. Es de necios querer una guerra, pero protestar por sus consecuencias.
¡Lo malo es la guerra! ¡Lo malo es querer imponer el comunismo por la fuerza, burlando la democrática voluntad popular! Las guerras solo se evitarían si siempre se impusiera la Justicia, el Derecho. Para eso siempre es necesario un acuerdo básico entre las partes enfrentadas, que en los 70 no fue posible porque los jóvenes idealistas querían imponer por la fuerza de las armas “la Revolución”, el comunismo. ¡Se burlaban de la Constitución!
Si no hubiera sido por las FF.AA. ahora en Argentina habría una monarquía absoluta, vitalicia y empobrecedora como las de Fidel Castro en Cuba, Ortega en Nicaragua o Maduro en Venezuela. ¿Cuántos seguiríamos viviendo en Argentina? ¿Cuántos millares habrían muerto por negarse a aceptar el comunismo que querían imponer?
Ninguno de los líderes guerrilleros que mandaron a la muerte a miles de jóvenes y sobrevivieron, buscó refugio en países comunistas. ¿No era ese sistema el que por ser el mejor, querían imponer en Argentina? Aunque se nieguen a confesarlo, en sus actos admiten que su proyecto político era delirante y por eso escaparon miserablemente a países capitalistas.
¿Si las FF. AA. no hubieran impedido el objetivo de la guerrilla, qué habría sido de nuestro país?
– Otro argumento utilizado para criticar esas visitas a los militares en prisión, alude a que esas visitas son una forma de avalar, de defender, todo lo que hicieron en esa guerra civil.
La acusación es falsa en la gran mayoría de los casos. Es posible que alguno tenga ese propósito pero darla por cierta en todos los casos es como aseverar que todos los que van a visitar a los funcionarios kirchneristas, presos por robar recursos del Estado, van a felicitarlos por sus latrocinios, o que todos los que van a visitar al ex gobernador y senador nacional Alperovich van a festejar la astuta idea de violar a señoritas necesitadas de trabajo.
Ninguna persona, por graves que hayan sido sus delitos, pierde su dignidad humana. Nadie puede ser condenado al aislamiento de por vida. ¡Es violatorio de los DD.HH.!
En estas últimas décadas hubo muchos políticos y sindicalistas que se hicieron millonarios robándole a los pobres en forma desvergonzada sus magros ingresos a través de una inflación deliberada, y que además negaron un futuro mejor a millones de argentinos degradando su educación, su nivel de vida, sus deseos de seguir luchando por una argentina donde valiera la pena vivir, y que se vieron forzados a la emigración… todos esos políticos están libres.!!!
El número de víctimas producidas por los militares para evitar que Argentina cayera en manos del comunismo, fue infinitamente inferior al número de víctimas que produjeron y producen los políticos con su desvergonzada incompetencia y corrupción…sin embargo
los militares están presos, y los políticos corruptos en Puerto Madero o en selectos countrys.
Solo los miserables son capaces de vivir como satisfechos burgueses y al mismo tiempo cantar loas a quienes, metralleta en manos, querían imponer el comunismo.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin