Nota Profesor Humberto Guglielmin.-
La situación del país no daba para más; era tan desastrosa que los propios funcionarios de gobierno de Isabel Perón abandonaban sus responsabilidades de gobierno porque se veían totalmente rebasados por la realidad de un país inmerso en la vorágine de una sangrienta lucha fratricida que el gobierno de Isabel no estaba en condiciones de detener. Sus únicas respuestas se limitaban, por un lado, a fogonear el accionar de la Triple A y, por el otro, acercarse a los cuarteles para pedirles una solución militar. Era una clara confesión del fracaso del gobierno peronista en su propósito de erradicar la guerrilla, también peronista. La creciente desarticulación de la estructura del Estado nacional y de las provincias hacía estéril cualquier intento de serenar los ánimos y reinstalar la legalidad institucional. Los políticos ya mostraban sin disimulos su impotencia.
El modelo de solución a esa terrible situación que los funcionarios de Isabel le acercaron a los militares, inevitablemente requeriría muchísima más violencia que la que habían ensayado hasta ese momento a través de la Triple A; la guerrilla absorbía sin problemas sus golpes. Se imponía un cambio total en la forma de golpear a la guerrilla. En varias ocasiones Perón había recordado que “una situación de violencia solo se podía terminar con el empleo de una violencia superior”.
El Estado estaba infiltrado por la guerrilla y manejado por incompetentes y corruptos; en todos los ámbitos, desde hacía años, reinaban la desorganización y la violencia armada, que con el paso del tiempo no hacían más que aumentar. El Estado y la sociedad organizada eran una ridícula caricatura de lo que debía ser.
No solo los políticos, la abrumadora mayoría de los argentinos deseaban un cambio drástico; no se podía seguir así. ¿A quién acudir? Todos miraban a las instituciones militares, esperanzados en que hicieran lo necesario para volver al orden. Así de desesperados estaban. Quien dude de estas afirmaciones quedan invitados a leer la prensa de esa época.
En esta delegación de responsabilidades a los militares no dejaba de haber mucho de malicia: la incompetencia, la superficialidad, la corrupción y la demagogia la habían introducido los gobiernos peronistas, y cuando llegaron sus horribles consecuencias no quisieron cargar con la responsabilidad de tomar las durísimas e inevitables medidas que se hacían necesarias para poner las cosas en su lugar. No querían ser ellos los que tomaran las durísimas medidas que eran imprescindibles si se quería evitar la disolución nacional o la incorporación de Argentina al mundo comunista.
La grave indefinición ideológica de lo que debía entenderse por peronismo –indefinición que perdura hasta hoy- permitió que dentro suyo proliferaran todo tipo de tendencias o interpretaciones, incluso diametralmente opuestas. En los 70, por un lado había toda una variedad de agrupaciones armadas de extrema izquierda que querían imponer el comunismo, y por el otro una línea que se decía más ortodoxa que quería evitarlo a toda costa y para ello también apeló a las armas en forma organizada desde el Estado a través de la Triple A. La mayoría de los argentinos fueron las inocentes víctimas de este cruento enfrentamiento entre sectores que se presentaban, ambos, como los verdaderos peronistas.
Resulta irónico pero las dos personalidades más encumbradas del peronismo actual son S. Massa, que es integrante de la U.C.D. (de derecha) y Axel Kicillof, que es integrante del partido comunista. ¿Cuál es la doctrina política del peronismo? ¿lo que uno decida…?
En la actualidad esta indefinición ideológica sigue siendo un gravísimo problema y es una de las causas de la anarquía reinante. Los peronistas siempre defendieron que ellos estaban solo para “ampliar derechos”. Nunca hablan de deberes y por eso mismo hoy permiten que los piqueteros paralicen el tránsito a centenares de miles de personas por las razones más inverosímiles; si hay presión salarial y no hay dinero ¡lo imprimen alegremente!, o crean nuevos impuestos al agro, como el que acaba de hacerse en Azul para cubrir el déficit municipal; permiten que sus sindicalistas –casi todos- sean los verdaderos dueños de las empresas y que atemoricen a patrones y obreros que no acatan ciegamente sus órdenes; permiten los bloqueos a empresas, supermercados, fábricas y comercios etc.
En el peronismo no se habla de deberes, ni de límites. Se tolera todo. Y por eso crea las condiciones para la multiplicación de los pobres a los que luego le da planes sociales para que, a cambio, lo ayude con su voto a mantenerse en el poder; permite las interminables huelgas que quitan jerarquía a los docentes, embrutecen a nuestros niños y dan la bienvenida al analfabetismo; disfrutan del crimen de la inflación permanente, de la corrupción más descarada de los dirigentes políticos más encumbrados, de la inseguridad, del maltrato a la Justicia, del hostigamiento a los ciudadanos y al campo con impuestos expropiatorios para mantener a un Estado sobredimensionado, ven bien la ocupación de los cargos más importantes de gobierno por parte de personas no calificadas ni moral ni
intelectualmente etc. son prácticas aceptadas y hasta bien vistas. Estos son datos de la realidad cotidiana. ¿A esto se llama Peronismo?
En los 70, a la quiebra económica y a la anarquía social – como la que estamos viviendo- se añadía una generalizada y extrema violencia armada que ponía en jaque a todas las instituciones de la Nación. Absolutamente todos los días, año tras año, en diferentes partes del país estallaban bombas, se secuestraba a empresarios argentinos y extranjeros, se producían asesinatos, se asaltaban cuarteles militares y destacamentos policiales; se tomaban colegios, facultades, oficinas públicas y privadas etc. etc. La sociedad estaba aterrorizada.
No se podía seguir así. ¿Cómo detener esto? ¿Con el diálogo? Quiénes así opinan ¿porque no prueban su eficacia por ejemplo con los piqueteros, para que eviten perjudicar a la población con sus habituales bloqueos del tránsito? Actualmente no hay guerrillas, así que debería funcionar.
Siempre los grupos de izquierda condenaron vivamente la crueldad de los medios usados por las FFAA para imponer la disciplina social y eliminar a las organizaciones armadas, pero ninguno de ellos nos aclaró cuales hubieran sido los medios incruentos adecuados para terminar con el estado de anarquía imperante en esos terribles años. Hace más de 40 años que esperamos esa respuesta.
¡Necesitamos saberla! Es infantil protestar por las consecuencias de la anarquía, pero no querer eliminar sus causas…
¿Cómo se arregla el terrible caos social actual sin tomar medidas muy duras que harán sangrar, aún más, a gran parte de la población? ¿No es más inteligente impedir sabiamente el caos, que tomar las duras medidas necesarias para hacerlo desaparecer? Ciertamente los peronistas no lo harán. Delegarán esa tarea. Ellos están para ampliar derechos, no para poner límites. Sin embargo, sin disciplina no hay progreso posible.
Muchos de los funcionarios de Isabel Perón sabían perfectamente que para volver a la normalidad institucional se haría inevitable tomar medidas tremendas que una parte del peronismo estaba decidido a tomar, pero que resultaba imposible porque el Estado era un caos, estaba completamente desarticulado y no estaba en condiciones de imponer nada. Nadie obedecía a la autoridad oficial y constitucional. La guerrilla provocaba y desafiaba militarmente a las FF.AA. El país estaba lleno de caciques ideológicos armados y violentos. Los peronistas de izquierda querían destruir el “Estado Burgués” e imponer por la fuerza el
Comunismo, y los peronistas de derecha estaban totalmente decididos a impedir que Argentina fuera un país comunista pero con solo la Triple A no alcanzaba para nada. Ambos bandos solo coincidían en que el asesinato y las bombas eran el método más eficaz para lograr sus fines.
EL OCASO
Se había llegado a un punto tal de deterioro que, en el horizonte, solo quedaban dos posibilidades abiertas: o la Nación y todas sus instituciones se rendían cobardemente a los ejércitos guerrilleros y aceptaba incorporarse al comunismo al igual que Cuba, o se decidía evitar esta posibilidad usando absolutamente todos los medios que se consideraran eficaces incluyendo los peores. ¿Había alguna otra alternativa realista e incruenta? ¿Cual? Ambas opciones eran horribles pero las circunstancias no admitían más dilaciones porque el tiempo apremiaba y, como dijera Héctor Leis indiscutible autoridad dentro de Montoneros, en no más de dos o tres semanas ellos se harían cargo del gobierno de Argentina y seríamos otra Cuba.
Los políticos que golpeaban los cuarteles rechazaban el comunismo pero no querían pagar ellos el durísimo costo político de restablecer la normalidad con medidas impopulares y más salvajes aún que las que estaban tomando con la Triple A; preferían que fueran los militares los que lo pagaran. Y lo consiguieron.
Su plan era maquiavélico: esos políticos calcularon que si los militares intervenían para restablecer el orden, habría un terrible proceso de violencia que los desgastaría fuertemente ante la opinión pública pero que concluida esa etapa, ellos podrían volver a la escena política con un país ya distinto, enarbolando la bandera de los DD.HH. y condenando severamente las atrocidades que los militares hubieran cometido para restablecer ese orden que ellos no supieron o no quisieron preservar.
Producido el golpe ellos volvieron a sus casas a mirar por TV el resultado de su mal gobierno sin pagar precio alguno por su incompetencia. Cristina y Alberto harán lo mismo. Los militares ¡sí que lo pagaron!
Eso fue lo que sucedió…un ejemplo de esto: siendo ambos abogados, ni Néstor ni Cristina presentaron un solo Habeas Corpus por los desaparecidos de Santa Cruz, y existe documentación fotográfica donde se ve a Néstor Kirchner departiendo despreocupadamente con la cúpula militar que intervino la Provincia de Santa Cruz encabezada por el duro General Guerrero. Como gobernador nunca quiso recibir ni facilitar las visitas de Hebe de Bonafini a su provincia para concientizar sobre el drama de los desaparecidos. Lo que estaba sucediendo le importaba un rabanito; caso contrario lo habría demostrado. Alicia Kirchner fue Ministra de Bienestar Social del gobierno militar de Santa Cruz! (Sus años al servicio del gobierno militar no aparecen en ninguna de sus biografías). Caído el gobierno militar nadie se ensañó tanto con las FF.AA. como Néstor Kirchner y su hermana. Estos hechos evidenciaron que sus convicciones eran descartables.
Inicialmente era clara la reticencia de las FF.AA. a intervenir con todo su poderío porque sabían que para suprimir la violencia ilegal, habría que tomar medidas muy violentas y también ilegales pero imprescindibles dada la situación.
Sin embargo, como la presión tanto interna en las FF.AA. como la que venía desde la opinión pública para que intervengan se hacía insoportable, comenzaron a organizar un plan de acción.
Los políticos habían apelado astutamente al Patriotismo de las FF.AA. y al temor a la disolución nacional para persuadirlos a que intervinieran. Aducían que la existencia misma de la Patria estaba en peligro y que solo ellos podían salvarla.
Perón había dicho reiteradamente que una situación de violencia generalizada se solucionaba únicamente con el empleo de una violencia superior.
Ese momento había llegado. La persona que según muchos era la única que podría terminar con el caos por su innegable autoridad –Perón- había fracasado.
Isabel Perón que le sucedió, demostró una completa incapacidad y sus ministros, una grave falta de preparación y autoridad moral. El vacío de poder era perceptible para toda la población y la guerrilla estaba decidida a llenar ese vacío; y todo jugaba a su favor. Pero las FF.AA. y la mayoría de la población decidieron impedirlo.
Reducir el drama nacional de los 70 a la persecución de jóvenes idealistas por parte de malvados militares es una simplificación infantil para mentes de vuelo muy limitado. La realidad fue mucho más compleja, y es hora de que lo admitan.
Como los hechos acaecidos a partir del 24 de marzo de 1976 tuvieron una difusión ininterrumpida durante los últimos 40 años a través de todos los medios audiovisuales del Estado, se dan por sabidos. Todos conocen los excesos cometidos por las Fuerzas Armadas para eliminar la guerrilla por lo que en la próxima nota, solo recordaremos algunos crímenes de la guerrilla aún no comentados anteriormente.
La mayoría de las acciones violentas realizadas por los ejércitos ilegales de los 70, fueron hechas antes del golpe militar, durante los gobiernos democráticos de Cámpora, Lastiri, Juan Perón e Isabel Perón. Este detalle quita a esas acciones hasta la más rebuscada de las justificaciones. La recordación de esos gravísimos hechos ayudará a explicar mejor la violencia de la irrupción militar para salvar a la Nación de caer en el comunismo.
Nota Profesor Humberto Guglielmin
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