Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
LOS AÑOS 70 Y SU RELACIÓN CON EL PRESENTE
La vía del diálogo con los grupos guerrilleros para restablecer el orden y cumplir con los preceptos de la Constitución la había ensayado, con innegable sinceridad, el general Alejandro A. Lanusse, el mismo que contrariando la opinión de la cúpula militar, autorizó el retorno de Perón a la Argentina y la legalización política del peronismo.
Su sucesor, elegido democráticamente fue Cámpora, que resultó ser el “idiota útil” ideal para la subversión. Era incapaz de decir un firme no a nada ni a nadie; estaba totalmente infiltrado por la guerrilla marxista y de hecho era manejado por ella. Perón calificó a su gabinete como: “un gobierno de putos y marxistas”. Le resultó absolutamente incompresible que liberara a todos los detenidos por actividades subversivas de la cárcel de Devoto. (Nuestro actual gobierno lo hizo con peligrosísimos delincuentes comunes y el resultado fue el mismo, un aumento intolerable de la inseguridad).
Esa incapacidad y ambivalencia que demostraba Cámpora, sonriendo lo mismo a la guerrilla que al propio Perón, lo enfurecían. Cuando Cámpora con una nutrida comitiva fue a España a buscar a Perón, fue recibido con estas terribles palabras: “Ustedes son una mierda, el país en llamas y ustedes haciendo turismo”. Cámpora quedó mudo. Y luego dirigiéndose al embajador Benito Llambí le dijo “Yo, ya con Cámpora no voy a hablar más”. Fue el inútil más útil a la guerrilla y cuando la paciencia de Perón se agotó, el entonces ministro de Economía José Ber Gelbard comunicó la noticia de la renuncia de Cámpora en forma muy gráfica: “¡Se acabó la joda!”.
Nuevamente los argentinos tenemos un presidente que sonríe tanto a los ciudadanos como a los delincuentes, que declara la guerra a la inflación pero al mismo tiempo es quien más la estimula, que muestra una indigna sumisión a su jefa pero en cuarto menguante lunar tiene veleidades independentistas etc. Es el inútil más útil a la anarquía y la corrupción.
Los escasos tres meses del interinato de Lastiri sirvieron para organizar las elecciones para cubrir la presidencia de la nación y para, por presión de su suegro López Rega, acentuar la represión contra la guerrilla. Pero Lastiri era un hombre sin preparación académica y política para el cargo; además, su bien ganado prestigio de vividor y superficial, le quitaban respetabilidad.
Perón había señalado: “Los ingredientes de una revolución siempre son dos, sangre y tiempo. Si se emplea mucha sangre se ahorra tiempo; si se emplea mucho tiempo se ahorra sangre… hemos quedado en gastar tiempo, y no sangre inútilmente”. Perón apostó por el tiempo y el diálogo, hasta que el gravísimo copamiento del Regimiento de Azul y las proclamas de la guerrilla prometiendo “ninguna tregua al Ejército opresor,” le hicieron ver que esa vía era poco realista, no se podía tolerar semejante afrenta al Ejército Argentino- no hay que olvidar que Perón fue militar toda su vida y amó profundamente su institución- y por eso ordenó “exterminar uno por uno” a los guerrilleros.
La Argentina a la que Perón había vuelto estaba en una situación infinitamente peor que lo que había imaginado.
Entre las opciones de sangre o tiempo a las que se refería Perón, una era claramente mejor que la otra pero esa opción mejor, no podía ser aplicada en Argentina por una razón muy simple, el Estado no funcionaba, no existía, todo estaba demasiado degradado. Nadie mandaba y nadie obedecía. El Estado no estaba en condiciones de organizar o reorganizar nada. La estructura del Estado no era respetada porque sus integrantes no eran respetables. ¡Como ahora!
Hoy nuestro Gobierno no cumple con las funciones propias de un Estado organizado: no existe seguridad, moneda, trabajo, educación, justicia etc. Hoy el Estado solo sirve para oprimirnos con impuestos injustificables y transformar en millonarios a gran parte de sus funcionarios, como Insaurralde, los Kirchner, Baez, José López, R. Jaime, M. Sala etc. La mayoría de nuestros gobernantes actuales no tienen las condiciones intelectuales y morales para cumplir cabalmente con la misión que la Constitución les señala. Hay demasiada incompetencia y demasiada corrupción.
Sabiendo que nunca los corruptos erradicarán la corrupción ¿Cómo hacer para conseguir ese objetivo por medios legales? Es muy peligroso que la Justicia renuncie a su función esencial – hacer respetar la Constitución y las leyes – por estar atemorizada por el poder político o por los violentos. Las consecuencias serán inevitables. Tal como lo fueron en los 70 por otras razones.
Son muchos los políticos y empresarios que obtienen grandes ventajas de las situaciones de desorden y caos; ellos no quieren cambios que les hagan perder sus negociados, y los pobres son una parte esencial de su plan para conseguir su perpetuación en el poder. No les tienen la menor piedad y por eso los quieren sin educación de calidad y sin independencia económica y por eso les dan la escuela que quiere Baradel y los planes de subsistencia. Los necesitan pobres y sin autonomía de pensamiento. Es la forma en que los manejan. La Patria y el Bien Común les interesan solo para los discursos y conseguir sus votos. Si como consecuencia de su cinismo apareciera un Bukele chillarían estruendosamente porque saben que tomaría medidas que cortarían de cuajo esos pretendidos derechos a perpetuar su forma corrupta de vida.
¿No es más racional evitar las causas que hagan inevitable la venida de un Bukele? En El Salvador, las barbaridades que hace Bukele le dan una popularidad del 99,2%… ¡Los Salvadoreños estaban hartos de la delincuencia de las maras, de la corrupción y de las vacilaciones de los políticos! ¡Hoy los Argentinos estamos hartos de los delincuentes y de la corrupción de los políticos! En los 70 estaban hartos de atentados, de tomas, de asesinatos, de secuestros, etc. y vino quien vino. ¿Vendrá el dictador que podría venir para terminar con este caos?.
En todos los tiempos, el desorden político extremo de un país tuvo dos finales posibles: la desaparición de esa entidad política en descomposición, o la aparición de un ordenador extremo, un patriota, un héroe, alguien que se jugó la vida y tomó muy duras medidas para evitar la disolución nacional. No se puede desafiar las enseñanzas de la historia coqueteando con la corrupción, la frivolidad, y la incompetencia y pensar que esa situación podrá ser permanente.
LOS PRESIDENTES DE LOS AÑOS 70
Si bien en los 70 nominalmente había presidentes – Cámpora, Lastiri, Perón, Isabel Perón – su autoridad no era acatada por una o por varias razones:
no tenían idoneidad para el cargo, eran personas no respetables por sus antecedentes personales reprochables; no tenían la formación académica mínima para tan importante cargo (Isabelita tenía solo el 5 grado de primaria y nada más!!!); no conocían la Argentina de ese momento; su gobierno estaba tan infiltrado por la guerrilla que impedía toda medida que no la favoreciera; en el
caso de Perón, su salud estaba tan resquebrajada que no podía manejar con normalidad todas las variables de un Estado Nacional en proceso de demolición.
LOS GOBERNADORES DE LOS AÑOS 70
Para los presidentes de la nación de aquellos años los gobernadores, todos ellos peronistas, no eran para nada confiables. Por la razón que fuere, esos gobernadores dentro de su provincia, veían que su autoridad solo era reconocida por una parte de la población. Los grupos inclinados a la izquierda no la acataban y en varios casos sus gobernadores terminaron siendo voceros de esa guerrilla que supuestamente debían combatir. Esta situación se daba en provincias tan importantes como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta, Santa Cruz y Formosa que fueron intervenidas por Perón e Isabel Perón. Las otras provincias apenas funcionaban un poco mejor. Por temor a ambos bandos enfrentados, muchos gobernadores evitaban definirse y mostraban su impotencia dejando hacer.
El ejemplo más notorio tal vez sea el de Carlos Menem en su primer gobierno de La Rioja: simpatizaba claramente con la “Tendencia Revolucionaria del Peronismo”, más tarde conocida como “La Tendencia”, claramente ligada a la izquierda peronista y montonera. En su campaña para gobernador se había comprometido a “socializar la economía”, a aumentar el empleo público y a hacer la reforma agraria. Comenzó a cumplir esa promesa con la expropiación del latifundio Azzallini en la localidad de Aminga para dárselo a una cooperativa. Se conservan reportajes dados con gusto a revistas de Montoneros y una foto donde se lo ve montado a caballo, con poncho rojo y patillas a lo Facundo Quiroga simulando ser uno de sus Montoneros. Solo creyó conveniente abandonar “La Tendencia” cuando en Buenos Aires cambiaron los vientos con la llegada de Perón al gobierno, y consideró que presumir de Montonero podría ser poco conveniente para su salud.
EL GOBIERNO DE ISABEL
Isabel Perón, consciente de que la estructura jurídica y política del Estado estaba en un muy avanzado estado de descomposición y que ya nada funcionaba según la ley, asesorada por López Rega y otros, decidió buscar el restablecimiento de la ley apelando, en forma planificada desde el Estado, a la violencia ilegal a través de la Triple A. Por impotencia para hacerlo por medios legales, el Estado se ponía a la altura de sus enemigos.
Los dos bandos menospreciaban la ley, la guerrilla por el imperio de su doctrina política, y el Estado por su descomposición estructural. El resultado fue que la anarquía cada día se hacía algo más pronunciada.
En un caso, quien violaba la ley era una estructura jurídica (por lo tanto legal) y política, llamada Estado Nacional; y en el otro, quienes violaban la ley era una suma de formaciones con estructura militar, de origen innegablemente ilegal y subversivo, cuya mera existencia debía ser considerada totalmente inaceptable.
Mientras los atentados entre uno y otro bando se sucedían, la desesperanza de los argentinos por su futuro se generalizaba y comenzó a extenderse un clamor cada vez mayor pidiendo un cambio drástico. Se hacía
insoportable la vida porque la inseguridad era absoluta y los que podían buscaban escapar al exterior. Fueron muchos los comerciantes, empresarios y ciudadanos comunes que abandonaron todo y fueron a buscar en otra parte el orden y la seguridad que aquí no existían. ¡Como ahora!
Isabel desde el comienzo de su mandato, había mostrado una patética incapacidad para enfrentar la compleja y terrible situación en la que estaba el país y, para agravar su situación, sus ministros y los líderes del peronismo en vez de colaborar con ella a enfrentar la situación como equipo, en forma silenciosa y cobarde desaparecieron de la escena pública facilitando la llegada al poder de un pirata. El pasado se repite en Argentina. ¡Como ahora!
OTROS PARALELISMOS
Puede establecerse cierto paralelismo con la situación actual. Alberto Fernández, Cristina Kirchner y sus ministros, en forma increíblemente irresponsable y anticonstitucional abandonaron sus deberes de “gobernar ellos” hasta el último día de su mandato, y se llamaron al más sigiloso silencio, solo interrumpido por el ruido de sus pasos para ir a cobrar su injustificable sueldo. El vergonzoso abandono de sus responsabilidades por parte de las máximas autoridades de la nación permitió que tengamos a Massa como presidente “de facto” (por la razón que fuere usurpó el poder tal como se hacía en los golpes militares, “es un presidente de facto”) que aspira a entrar en la legalidad política en las próximas elecciones presidenciales. Por lo visto López Rega hizo doctrina.
¿El Parlamento y la Justicia no tienen nada para decir sobre esta gravísima irregularidad? ¿Para qué sirven? El desorden y la anarquía de esos tiempos era tan insoportable que hizo
temer por la disolución nacional y, como era previsible, para evitarla apareció un disciplinador extremo, largamente deseado por las víctimas de esa situación.
Resulta infantil permitir las causas de la anarquía pero negarse a aceptar sus consecuencias. En 1976 el orden se restableció a sangre y fuego. Y fue terrible. Pero nuestros políticos actuales no aprendieron nada y están queriendo repetir esa historia de otro modo: permitiendo el desorden y la corrupción más desfachatada de los altos funcionarios; la apertura de las cárceles a personas condenadas por gravísimos delitos; la puerta giratoria para los delincuentes detenidos; la agobiante inseguridad de aquellos que, a diferencia de los políticos, no pueden vivir en Puerto Madero, Palermo o barrios cerrados; el retorno del analfabetismo a causa de la catástrofe educativa; la pobreza criminal de medio país; el saqueo de los ingresos de cada argentino a través de una espantosa inflación…y la más irresponsable ausencia de las autoridades nacionales que
presumieron ser las salvadoras de la patria en peligro. Al igual que en los 70 a este caos alguien lo va a detener de alguna manera, posiblemente la no deseable, ya que el sistema legal en vigencia demuestra ser impotente para poner las cosas en orden. Este es un dato de la realidad, es innegable. Reina la más completa impunidad tanto para la clase dirigente como para la delincuencia común. La corrupción ha debilitado hasta extremos peligrosísimos la estructura del Estado. ¿Qué estamos esperando?
¿Qué venga un bárbaro Bukele argentino? ¿Estamos haciendo algo para hacer innecesaria su aparición?
LA CAÍDA
La tan vapuleada Isabel Perón, carente de preparación pero al menos con muy buenas intenciones, tuvo que enfrentar las consecuencias de conflictos en cuyo origen ella no había tenido responsabilidad alguna. Ninguno de los grandes responsables de la degradación de la nación en esos años pagó personalmente ninguna consecuencia personal por el dolor y muertes que se produjeron por su irresponsabilidad. ¡Como ahora! Con el desgobierno llamaron a un dictador, pero chillaron en forma ensordecedora cuando el dictador apareció. ¿Qué esperaban?
A diferencia de lo que está sucediendo con nuestros actuales gobernantes Isabel Perón, con todas sus limitaciones, durante su gobierno tuvo una conducta personal intachable, y la dignidad de no abandonar cobardemente el barco mientras se hundía.
Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com
Fotos: El Pais – Veintitres – Wikipedia – TN