DIA DE LA MEMORIA parte 8 MARÍA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN (parte 1)

Nota: Profesor Humberto Guglielmin –

MARÍA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN (parte 1)

La ex presidente es mucho más conocida por sus nombres de fantasía, Isabel o Isabelita. Nació en el año 1931 en la ciudad capital de la provincia de La Rioja; su padre fue Carmelo Martínez, un empleado bancario porteño que fue destinado a esa ciudad. Su madre fue María J. Cartas. El empleo de bancario de su padre permite incluirla como de clase media provinciana. Como detalle curioso, era prima de Juanita Martínez, la esposa de José Pepitito Marrone, un conocido comediante y actor de la época..
Su padre fallece cuando ella tenía solo 7 años y su madre consideró que no tenía los recursos como para encarar su educación por lo que decidió enviarla a Buenos Aires y encomendarla a la familia de José Cresto, un conocido director de una escuela espiritista que la adoptó como hija. Esta dura situación le generó un rencor nunca superado, tanto que cuando en el año 1966 Isabel vuelve desde Madrid como delegada de Perón, su madre biológica pidió tener una entrevista con ella, pero se lo negó y su hermano Carlos tuvo el mismo rechazo.

Las relaciones con su familia adoptante fueron buenas y gracias a ellas cursó primaria pero solo hasta 5° grado y luego frecuentó academias de Baile, danzas clásicas y algo de inglés. Gracias a esta preparación extracurricular tuvo alguna actuación en el Teatro Cervantes como integrante del ballet y a sus 20 años tuvo la oportunidad de unirse a una compañía de danzas con la que recorrió los países limítrofes y más tarde, en 1954 tendría algunas temporadas en Colombia y Venezuela; en Caracas trabajó como bailarina en el “Cabaret Pasapoga,” cubriendo su identidad con el nombre artístico de Isabel Gómez.
Desde Venezuela su compañía de bailarinas se trasladó a Panamá para continuar animando con sus danzas las reuniones en locales nocturnos. Con pocos meses de diferencia también llega a Panamá Juan Domingo Perón, que en Septiembre de 1955 había sido derrocado por un golpe de Estado. Como el estado de ánimo de Perón no era el mejor el grupo de fieles que lo acompañaba, para distraerlo, le dijeron que en un cabaret había una bailarina argentina y que sería buena idea presenciar el espectáculo y luego cambiar impresiones con esa compatriota alejada de su tierra.

Existen diferencias sobre las circunstancias que acompañaron el encuentro entre ambos; de lo que no hay dudas es que ese encuentro sucedió en la noche del 23 de diciembre de 1955 y que al día siguiente Isabelita fue al hotel donde Perón se hospedaba y se ofreció para atender su correspondencia y agenda incluso en forma gratuita. Poco tiempo después ya vivían juntos. Perón tenía 60 años e Isabelita solo 24 años. Juntos viajarían a Venezuela donde permanecieron algo más de un año pero, por turbulencias internas, se vieron forzados a dirigirse a República Dominicana en la que estarían algo más de 2 años. Sin embargo, como el temor a un atentado contra su vida no estaba conjurado, en enero de 1960 a instancias del presidente argentino Arturo Frondizi, el dictador español Francisco Franco aceptó darle segura hospitalidad; y hacia allí se dirigió la pareja.
No existe unanimidad sobre cuándo y cómo se formalizó el matrimonio.
Algunas fuentes dicen que Perón, dos veces viudo, quería que Isabelita solo fuera su concubina ya que no sería bien visto en Argentina que después de tener una esposa con la estatura de Evita, se casara con una jovencita con méritos muy dudosos. También se habla de que el régimen franquista, duramente conservador, lo instó a que regularizara su situación pues no veía bien que un ex presidente conviviera en forma irregular con una mujer mucho más joven. Lo cierto es que a fines de 1961, Perón contrajo matrimonio según el rito de la Iglesia Católica y a partir de ese día, ella decidió identificarse como Isabel Perón, dejando de lado su verdadero nombre, María Estela Martínez. Se especuló largamente en cierto periodismo sobre si Isabelita en algún momento quedó embarazada. Sin embargo siempre hubo coincidencia entre los historiadores de que eso no sucedió nunca, pues Perón era estéril.

ISABEL PERÓN Y LA POLÍTICA
Antes de conocer a Perón sus conocimientos sobre política eran nulos, y muy pobres sus conocimientos sobre otros temas pero, consciente de esto, trató de aprender al lado de un hombre tan preparado como su esposo. Perón la hacía participar de las reuniones y debates que se producían con políticos argentinos y de otros países cuando lo visitaban en su residencia del barrio Puerta de Hierro, en Madrid. En 1964 Isabel acompañó a Perón en su frustrado viaje a Argentina, pero al año siguiente vino al país como su representante para tratar de detener el creciente liderazgo y popularidad de Augusto Timoteo Vándor, que estaba dividiendo peligrosamente el peronismo Vándor era el Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica, conocido como “el lobo” por haber sido novio de una jovencita apodada “Caperucita Roja”.

Era un hombre duro para negociar mejoras para su gremio, y de joven le creó conflictos al propio Perón durante su segundo gobierno. Pero era también muy inteligente y carismático. No era fácil criticarlo pues tenía sólidas respuestas a cada planteo.
Cuando en 1958 Arturo Frondizi volvió a permitir la actividad gremial, Vándor, que ya era la máxima autoridad de la U.O.M. decidió incursionar en política dentro del peronismo y lo hizo con notable éxito. Como desde el golpe de 1955 se había prohibido toda actividad política y, según Vándor, Perón la había acatado sin chistar. Interpretando que su silencio era una forma de renunciar a la política, decidió comenzar a organizar un peronismo sin Perón. Si bien fueron muchos los que apoyaron este proyecto, también fueron muchos los que decidieron no permitirlo.
El viaje de Isabel Perón fue en el año 1965; oficialmente fue enviada como delegada de Perón para mediar el conflicto entre los partidarios de un peronismo verticalista y los que, liderados por Vándor, querían un peronismo sin Perón, aunque sí con su doctrina. En realidad los verdaderos objetivos de este viaje siempre fueron un enigma que Perón nunca aclaró. La estadía de Isabel en el país duró 8 meses, un tiempo considerado excesivo para la misión supuestamente encomendada; ella no tuvo residencia estable en un lugar pues, por razones de seguridad, se trasladaba continuamente de un domicilio a otro y si bien participó en muchas reuniones, sus entrevistas con dirigentes de nota fueron escasas e intrascendentes. Ella desconocía la realidad política que vivía el país y su persona no inspiraba autoridad en los caudillos del partido. Su visita no incidió en los hechos que se produjeron.

En abril de 1966 correspondían las elecciones en Mendoza en las que se enfrentarían las dos tendencias internas del peronismo. El presidente Illia, buscando la profundización de la división del peronismo, autorizó a Isabel a participar en la campaña mendocina y si bien en las elecciones ganó el Partido Demócrata, el peronismo verticalista salió segundo y el peronismo vandorista a un pobre cuarto lugar. Isabel se atribuyó el resultado y así se lo hizo saber a Perón.

APARICIÓN DE LÓPEZ REGA
Durante su estadía, en uno de los tantos domicilios en los que se hospedó se produjo su encuentro con José López Rega, un policía que dirigía una pequeña imprenta que había ofrecido al coronel Bernardo Alberte para ponerla al servicio de las necesidades del peronismo. Esa conversación contó con la presencia de Isabel y se prolongó por horas. López Rega -el brujo- la impresionó muchísimo por su gran locuacidad y conocimientos políticos, y porque manifestó ser espiritista y aficionado a las prácticas esotéricas, tema que la llevó a revivir el ambiente espiritista que vivió en la familia de los Cresto, donde pasó su infancia porteña. Luego de una reunión privada posterior, le pidió a López Rega que la
acompañe a España para ser secretario del matrimonio Perón. Y así el 9 de julio de 1966 ambos viajaron a España estableciéndose en la residencia de Perón en Puerta de Hierro, Madrid.

Respecto a Vándor, el 30 de junio de 1969 un comando entró violentamente a su oficina y le dio 5 balazos de pistola 45. El crimen, que
conmovió a todo el país, fue reivindicado por el “Ejército Nacional Revolucionario”, organización dirigida por Rodolfo Walsh, que ya tenía en su haber el asesinato de otro gremialista de nota, José Alonso. Otras versiones señalan que podría haber sido la organización militar “Descamisados”, dirigida por Dardo Cabo, que más adelante se uniría a Montoneros.
En diciembre de 1971 Isabel vuelve nuevamente al país para consagrar a Héctor J. Cámpora como el delegado de Perón para discutir la formalización de un “Gran Acuerdo Nacional” propuesto por el presidente Alejandro A. Lanusse. En Ezeiza fue recibida por una multitud vociferante que esta vez evidenciaba otra dura división del peronismo, entre el que se hacía llamar “ortodoxo” y el que se hacía llamar “tendencia revolucionaria”. Los cánticos y consignas contrapuestas crearon un ambiente de altísima tensión que hizo temer una batalla en el mismo aeropuerto.

La formalización del Gran Acuerdo Nacional fue rechazada en forma tajante por Perón y todos los peronismos. El contragolpe del gobierno fue llamar a elecciones libres con participación del peronismo pero estableciendo que cualquiera que deseara ser candidato a presidente, debería establecer domicilio estable en el país antes del 25 de agosto de 1972. De esta manera la candidatura de Perón a presidente quedaba descartada, lo que obligó a pensar una candidatura alternativa. Para ello se formalizó una alianza del peronismo con otros partidos cuya sigla fue FREJULI (Frente Justicialista de Liberación Nacional), y todos coincidieron en designar como candidatos a Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima como candidatos a presidente y vice respectivamente. La consigna proclamada era: “Cámpora al gobierno y Perón al poder”.

Como era previsible, en las elecciones de marzo de 1973 la fórmula del FREJULI obtuvo casi el 50% y de esta manera, con esa fórmula vaciada de autonomía y de poder real el peronismo volvía al poder. Cámpora solo había demostrado ser un fiel ejecutor de las órdenes de Perón pero carecía por completo de autonomía política y de capacidad de mando. No era la persona adecuada para ese momento y quedó claro para todos que su candidatura a presidente fue solo un premio a su sumisión, pero su incapacidad sorprendió y enfureció a Perón.

LA FÓRMULA PRESIDENCIAL
Desde el retorno de Perón y hasta el llamado a elecciones que hizo el sustituto de Cámpora, Lastiri, Isabel se mantuvo distante de la política, pero eso cambiaría completamente cuando comenzó el debate sobre la futura fórmula presidencial que el peronismo presentaría en ese llamado a elecciones. Nadie dudaba de que el titular debía ser Perón pero, dada su edad y problemas de salud, era fundamental elegir la persona adecuada para una eventual sustitución del líder.
Se propuso, como señal de reconciliación, que la fórmula fuera Perón-Ricardo Balbín, del Radicalismo. En algunos esta fórmula produjo entusiasmo pero dentro del peronismo la oposición fue completa. Otras propuestas despertaron menos interés aún hasta que López Rega, Ministro de Bienestar Social, comenzó una intensa campaña para que la fórmula fuera Perón-Perón. Todos sabían que Isabel Perón no tenía capacitación ni experiencia política suficiente para el cargo y el propio Perón pensaba lo mismo, pero la presión del grupo que apoyaba a López Rega logró vencer la resistencia de Perón y, en agosto de 1973, en el Teatro Colón, se proclamó la fórmula Perón-Perón.
Como era previsible, esa fórmula obtuvo casi el 62% de los votos y ganó en todas las provincias. Luego de esta abrumadora victoria Isabel Perón dijo: “Soy una humilde mujer del pueblo cuyo único mérito es haber sido discípula de Perón y mi amor a Perón y al pueblo argentino”.

Durante sus 9 meses como vicepresidente, Isabel no ejerció ninguna tarea legislativa y casi no presidió ninguna de las reuniones del Senado, que quedaron a cargo del democristiano José A. Allende, su vicepresidente. Las pocas sesiones en que estuvo fueron precedidas por una larga preparación sobre lo que debía decir y hacer. No conocía el nombre de los senadores de su partido y se limitaba a dar la palabra a los jefes de bloque y, para no poner en evidencia sus limitaciones, rápidamente se daba por cerrada la sesión.
Ya al mes de gobierno, Perón tuvo problemas de salud e Isabel debió asumir interinamente el Ejecutivo hecho que volvió a repetirse en otra oportunidad. Existe la versión según la cual Perón, consciente de que su fin era inminente, consultó con el secretario legal y técnico de la presidencia Gustavo Caraballo sobre si era posible encontrar un mecanismo legal como para que, producida su muerte, fuera sucedido por Balbín; ante la respuesta negativa, pidió a Isabel que no tome ninguna decisión importante sin consultar a su antiguo rival.
También se comentó que el día de la muerte de Perón ella habría expresado su deseo de renunciar, pero que desistió a instancias de López Rega, que se prometía gobernar él a través de Isabel.

Producido el fallecimiento de Perón, ella lo comunica al país y, quebrada por el dolor y el miedo al futuro, pidió a todos los líderes políticos y a la población en general que la ayudaran en la difícil tarea que tenía por delante. Y terminó diciendo: “Que Dios me ilumine y fortifique”… Su viudez le granjeó un amplio sentimiento de simpatía, que comenzó a disiparse a medida que la crisis económica se acentuaba, los atentados de la guerrilla se hacían cada vez más graves y frecuentes, lo mismo que los asesinatos de la Triple A asesinando a quienes denominaba “zurdos”, y también cuando comenzaron a trascender detalles no favorables de la etapa juvenil de su vida. Este contexto acentuaba la sensación de vacío de poder. (continuará en parte 2)

Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com

Fotos: Pinterest – Zenda Libros – Timetoast – Revista Noticias – Revista Hegemonía

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