Nota: Profesor Humberto Guglielmin. –
LA DISCUSIÓN DEL MOMENTO
En nuestro país es muy frecuente descalificar a personas recurriendo a algún episodio poco favorable de su pasado, y esto no siempre es razonable y justo. Veamos un ejemplo.
A raíz de la última sesión del Senado, Bullrich recriminó a la Vicepresidente el haber posibilitado la sesión en la que el Kirchnerismo y sus ocasionales aliados pretendían, en este delicado momento económico, imponer un fuerte aumento en las jubilaciones y una ley de emergencia en Discapacidad.
Las razones que el gobierno tenía para rechazar esos proyectos eran muy fuertes y por eso la intensidad del choque entre estas funcionarias de pensamiento diferente. Esas razones eran:
1) Los aumentos significarían hacer estallar por los aires el objetivo de mantener el déficit cero (0) y eso lo sabían en la oposición. Significaría “dar lo que no se tiene”, volver a imprimir billetes, resucitar la inflación y por lo tanto perder el apoyo popular, verdadero objetivo buscado por la oposición.
2) Resultaba muy sospechosa la urgencia por disponer esos aumentos, ya que el kirchnerismo hacía muy poco tiempo que había dejado de gobernar y en los veinte años (20) no había demostrado la sensibilidad por los jubilados y los discapacitados que repentinamente comenzó a pregonar a los cuatro vientos.
3) El Gobierno no está dispuesto a renunciar a su máximo logro, frenar la espiral inflacionaria.
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Bullrich fue muy dura con la Vicepresidente por posibilitar esa sesión. La acusó de ser cómplice del “kirchnerismo destructor”, y de no estar del lado del pueblo que la votó.
La Vicepresidente no fue menos contemplativa. Le respondió diciendo que ella estaba cumpliendo lo establecido en la Constitución y, refiriéndose a Bullrich, le dijo que “La democracia fue denigrada cuando personas que integraron organizaciones terroristas, como es su caso, manejaron los destinos del país durante décadas.” Esta afirmación merece ser observada.
Dejando de lado la discusión sobre quien de las dos tiene razón, hay que hacer dos observaciones: que en su juventud Bullrich perteneció a la J.P., Juventud Peronista, pero nunca fue montonera, y que la intención de la Vicepresidente al descalificarla ahora, por haber pertenecido en el pasado a ese grupo, parece injusta.
¿Por qué la primera opción política que uno elige debe ser la definitiva? ¿Por qué no se puede cambiar? Lo que importa es la opción que se tiene hoy y los fundamentos que justifican ese cambio. Toda persona pensante y honesta debe estar en permanente búsqueda de lo que es mejor, en especial en los aspectos moral, económico y político y cuando lo descubre, debe aceptarlo, hacerlo propio.
Las ideologías no deben ser como la camiseta del club de fútbol que los padres imponen a sus hijos cuando son pequeños, presionándolos así para no usar jamás una camiseta distinta. Toda persona debería estar en permanente búsqueda de lo que es mejor, y cuando lo encuentre debe elegirlo. Cambiar, no siempre es mala señal, puede indicar crecimiento, mayor madurez.
En Uruguay el tan venerado Pepe Mujica en su juventud fue un alto mando de Tupamaros, participó en asaltos y secuestros, integró el comando que tomó la ciudad de Pando, fue herido en combate, fue condenado a 15 años de prisión, escapó de cárceles
etc. etc. Pensaba que el modelo comunista de la Cuba de Fidel Castro era el modelo que Uruguay necesitaba con urgencia, y que había que acortar los tiempos para imponerlo utilizando la violencia. Y fue consecuente con esa convicción. Fue violento.
Su larga estadía en la cárcel la aprovechó para leer y reflexionar sobre todos los aspectos importantes de la vida, tanto personales como nacionales. Ese tiempo lo aprovechó para transitar un largo camino interior, a cuyo término se dio cuenta de que, ideológicamente, ya estaba dentro del campo de la democracia. Y con la misma pasión que había usado como guerrillero, ya con una concepción distinta sobre la política y sobre la economía, decidió lanzarse a la política para tratar de mejorar la situación de los uruguayos dentro del marco que señalaba la Constitución.
Siendo ya funcionario político del sistema democrático ¿hubiera tenido sentido calificarlo o descalificarlo, por su pasada pertenencia al grupo Tupamaros? Lo que debía analizarse era si en el presente demostraba aptitud para el cargo. ¡Y eso le sobraba! Era consecuente con sus nuevos valores.
Reprochable es la conducta de aquellos funcionarios que derivan de un partido a otro porque no tienen principios, o que renuncian a ellos por las ventajas políticas o económicas que ese cambio pudiera reportarles. Eso es despreciable, y abundante en nuestro país. No son consecuentes.
Cuando los cambios se hacen por maduración intelectual o moral, deben ser vistos como señales de crecimiento y de honestidad. Reprochable es negarse al cambio cuando la razón te dice que es preciso hacerlo porque es la mejor opción.
Volver sobre este tema para descalificar a Patricia Bullrich no fue una buena idea de la Vicepresidente.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com