Nota: Profesor Humberto Guglielmin.-
LA SÁBANA SANTA DE TURÍN
ACTITUDES ANTE ESA IMAGEN
“En 1978 un equipo de 33 científicos de varias especialidades, concluyeron que el grupo sanguíneo de las manchas de sangre que se observan en la Sábana Santa (en adelante S.S.) después de cientos de pruebas, se trataba se sangre humana del tipo AB y que no se encontraron vestigios de pinturas o de otras sustancias químicas.” Álvaro Blanco (un estudioso de la S.S. y autor de “The Mystery Man.”)
Esta cita es una invitación a tomar en serio el estudio de la S.S. porque parece que lo merece, ya que este tema aún hoy tiene desconcertada a la ciencia. Por seriedad hay que descartar los juicios precipitados y fáciles.
Suponiendo que hubiera una concurrida reunión y alguien lanzara como tema de conversación la veracidad de la autenticidad o no de la S.S., sin dudas podrían surgir estas posturas:
a) Negadores sin pruebas: sin mayor análisis afirmarán que todo es una patraña de los curas, que todo es una sofisticada falsificación que viene desde la Edad Media y que ni siquiera merece el menor análisis. La S.S. no es auténtica porque no puede serlo, y ni siquiera es necesario analizar el tema. Seguramente la gran mayoría pensará de esta manera.
b) Negadores con pruebas: como veremos más adelante, existen argumentos que respaldan esta posición; se trata de argumentos científicos que le dan a la S.S. una antigüedad de más o menos unos mil años y que por lo tanto de ninguna manera podría ser la que envolvió a Jesús en su tumba. Dan completa validez a las pruebas científicas realizadas que demostrarían que solo tiene más o menos mil años. Sería por lo tanto una falsificación lisa y llana.
c) Escépticos: son personas cautas que no tienen argumentos que los convenzan ni por su autenticidad ni por su negación. Respecto a las pruebas científicas con carbono 14 y otras que se hicieron sobre la S.S., creen que no tienen confiabilidad porque un fuerte incendio contaminó con humo el lino de esa tela y por eso quitó validez a la datación. Tampoco creen válidos los argumentos que abogan por su autenticidad. Creen que es prudente mantenerse dentro del campo de las dudas.
Contrariamente a lo que puede suponerse, el Vaticano se expidió diciendo que el tema de la autenticidad de la S.S. es solo “una piadosa creencia popular.” Lo mismo sucede con gran parte del clero y del episcopado. El propio cardenal Arzobispo de Turín Giovanni Saldarini en ocasión de una exposición de la S.S. y ante centenares de periodistas de todo el mundo afirmó: “Es inexacto decir que el S.S. es una reliquia o un milagro, a pesar de que sea un misterio el modo como la imagen se formó en el lienzo… es un ícono de la Pasión de Cristo”. Sabemos que el ícono es una representación pictórica, no una reliquia o resto auténtico… No afirmaba ni negaba su autenticidad pues, como corresponde, quien debe decidirlo en forma indudable es la ciencia. No es cuestión doctrinaria.
d) Defensores de la autenticidad: aseguran que su autenticidad no ha podido ser desvirtuada por ninguna prueba indubitable de la ciencia. Son centenares los científicos renombrados que defienden esta posición, muchos de ellos confesos ateos. Muchos de ellos piensan que estamos ante un enigma que muestra los límites de la ciencia del siglo XXI, y que esto no debería ser posible tratándose de una falsificación medieval, período en el que, según muchos ignorantes de la historia, se hacía un culto de la ignorancia. Si ese período hubiera sido tan oscuro y bárbaro, resulta poco razonable que se le atribuya una falsificación que desconcierta a los científicos.
APARICIÓN DE LA SANTA SÁBANA
Suponiendo que la S.S. que los cruzados robaron en Constantinopla y se llevaron a Europa fuera la auténtica, nos resulta completamente desconocido el lugar donde podría haber sido guardada. Es posible que los autores del robo, enterados de que el Papa Inocencio III había amenazado con la excomunión a aquellos que hubieran robado reliquias religiosas en Oriente, decidieran desprenderse momentáneamente de ella y ocultar su trofeo en alguna capilla desconocida de algún castillo. Esta versión podría explicar la razón de su desaparición por tantos siglos, pero no hay documentos que lo certifiquen en forma indubitable.
CAMINO RECORRIDO POR LA S.S.
Existen muchas versiones anteriores a la historia documentada; ésta comienza en el año 1357 cuando Geoffroy de Charny, Señor de Saboya, entrega la S.S. a los canónigos de Lirey, cerca de Troyes, Francia, donde queda expuesta. En el año 1389, en pleno cisma de Avignon, el antipapa Clemente VII recibe una nota del obispo Pierre D´Arcis en la que reitera una alarma ya dada por su antecesor Henri de Poitiers, según la cual se estaba exponiendo ante los fieles una representación de Jesús yacente que era claramente falsa, era solo una pintura y no se debería exponer como si fuera la verdadera sábana que envolvió el cuerpo de Jesús. Para fundamentar su pedido escribió:
“Finalmente, tras una diligente investigación y examen, se descubrió cómo dicha tela había sido pintada con astucia, siendo la verdad atestiguada por el artista que la había pintado, a saber, que era obra de habilidad humana y no obra milagrosa ni donada” … (en el escrito no se menciona el nombre del artista). En esa misma carta describe lo que se ve en ese lienzo: “mediante un hábil juego de manos, se representó la doble imagen de un solo hombre, es decir, la espalda y el frente, declarando y fingiendo falsamente que este era el sudario real en el que nuestro Salvador Jesucristo fue envuelto en la tumba, y sobre el cual había quedado impresa completa, la imagen del Salvador junto con las heridas que sufrió”.
Clemente VII en respuesta emitió una bula por la que se autorizaba que se siguiera exponiendo la S.S. pero siempre y a viva voz debía decirse al público que se estaba ante una obra de arte religioso y no ante una verdadera reliquia de Jesús.
En 1418 durante las guerras civiles, los canónigos de Lirey, para poner a salvo la S.S., decidieron entregarla al príncipe Humberto de Villersexel, conde de La Roche y señor de Lirey, quien lo guardó en su castillo de Monfort. Tras la muerte de Humberto se desató un largo pleito entre Marguerite y la iglesia de Lirey por la posesión de la S.S. pero, los tribunales confiaron a la viuda la posesión “provisoria”.
En 1453, Marguerite de Charny, viuda de Humberto, a cambio de un castillo en Varambon, vendió la S.S. a Ana de Chipre, duquesa de Saboya, quien la guardó en la capital de su ducado, Chambery. Años después fue expuesto en muchas localidades de Francia y de Italia. Durante su estadía en Lieja, Bélgica, su obispo creó una comisión de entendidos que dictaminaron que se trataba de solo una pintura muy bien hecha.
En 1506, el Papa Julio II autorizó su exhibición como reliquia verdadera.
En 1532 se produjo un incendio en la capilla de Chambery donde el S.S. estaba guardado plegado. Se produjeron algunos daños al caerle encima una gota de metal fundido que atravesó sus pliegues; unas habilidosas monjas trataron de remendarlo poniendo algunos discretos parches.
En 1578 Emmanuel Philibert, Duque de Saboya, autorizó que el Sudario fuera trasladado a Turín, designada como nueva capital de Saboya. Se la guardó en una capilla construida ad hoc, adosada tanto al Palacio Real de Turín como a la Catedral, lugar en el que sigue estando.
Se conserva en una reducida y muy segura capilla, en una caja de cristal laminado a prueba de balas. Se controla su temperatura y humedad y para evitar alteraciones químicas se le inyecta argón y un poco de oxígeno.
Resulta llamativo que en las iglesias ortodoxas y en varias confesiones protestantes se exhiban, con fines didácticos, réplicas del S.S. en sus iglesias.
SECONDO PIA
El 25 de Mayo de 1898 la Casa de Saboya celebró el casamiento entre su príncipe heredero Vittorio Emanuele III y la princesa montenegrina Elena Petrovich. La fecha del matrimonio se hizo coincidiendo con varias conmemoraciones todas ellas referidas a Turín; una de las formas elegidas para celebrar esos acontecimientos consistió en exponer la S.S. durante 7 días.
Esta fecha fue tan singular porque fue la ocasión para que el rey Umberto I, que siempre se había negado a permitir una detallada fotografía de la reliquia por creerlo poco respetuoso, lo permitiera y designara al abogado y fotógrafo Secondo Pia para que lo haga.
Secondo Pia lo describe de esta manera: “Mi preocupación era intensa y profunda, porque tenía que fotografiar un objeto que nunca antes había visto… La S.S. presentaba apenas unas débiles imágenes. Más temores me producían la iluminación y las condiciones en que debía operar”. Después de una serie de trabajosos intentos, creyó que había logrado las condiciones técnicas convenientes para la fotografía, y procedió a hacerla.
Secondo Pia detalló: “Encerrado en el cuarto oscuro, concentrado en mi trabajo, sentí una gran emoción cuando, durante el revelado, vi aparecer primero el Santo Rostro en la placa, con tal resolución que me sorprendí y alegré, pues desde ese momento pude estar seguro del buen resultado de mi obra de arte.”
La gran sorpresa del fotógrafo fue la de que el “negativo” de la fotografía era mucho más nítido y preciso que el positivo. Dicho de otra manera, el “negativo” se mostraba como un verdadero “positivo”, era más detallado.
El revuelo que produjo semejante hecho recorrió el mundo y le significó al fotógrafo una oleada de hostilidad y descalificaciones que lo amargarían casi hasta el final de su vida. La hostilidad se extendió al propio rey Umberto I, a quien se acusó de ser el que hizo posible las fotografías de S. Pia. Mientras muchos se mostraban sorprendidos y silenciosos por tan notable suceso, muchos otros alegaron que debía haber habido fraude, manipulación o errores de procedimiento. El rey Umberto I fue asesinado por un anarquista en el año 1900.
Para evitar cualquier suspicacia, el hijo de Secondo Pia, Giuseppe, en el año 1961 donó las placas originales, las copias, ampliaciones y estudios sobre las fotos de su padre, para que los científicos pudieran investigarlas en detalle.
En mayo de 1931, en ocasión de la boda del futuro rey Umberto II con la princesa María José de Bélgica, se autorizó una nueva exposición de la S.S. en la catedral de Turín. En esta ocasión se autorizó al fotógrafo profesional Giuseppe Enrie para que obtuviera una nueva serie de fotografías sobre la S.S. El resultado fue exactamente igual al que se había obtenido 33 años antes. Ante la ratificación completa del buen trabajo que había hecho, Secondo Pia, que estaba presente, se sintió reivindicado de las acusaciones que lo calificaban de ignorante (no era fotógrafo profesional), falsificador y farsante.
En el año 1983 la Casa de Saboya hizo la donación de la S.S. a la Santa Sede, en conformidad con la voluntad del difunto ex rey Umberto II.
El 11 de abril de 1997 se produjo un fuerte incendio en la capilla donde la S.S. está guardada, poniéndola en serio riesgo. Los investigadores probaron que el incendio fue provocado, y que existen personas o grupos que se han comprometido a destruir la S.S. por lo que toda medida de seguridad que se tome será poca.
En 1998 el Papa Juan Pablo II escribió que: “Dado que no se trata de una cuestión de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre estas cuestiones.
Encomienda a los científicos la tarea de seguir investigando para que puedan encontrar respuestas satisfactorias a las preguntas… la Iglesia insta a que el estudio de la S.S. sea hecho sin posiciones previamente establecidas que den por descontados los resultados.”
En el año 2015, con las medidas más extremas de seguridad, la S.S. fue expuesta en la catedral de Turín por 67 días durante los cuales fue visitada por más de 2.000.000 de personas. Para poder entrar era necesario concertar previamente la cita con todos los detalles de identificación personal, y el turno en la mano. No se permitía el ingreso libre.
El Sábado Santo del 2.020 fue mostrada on line por solo ese día. No existe información sobre la posibilidad de una futura exposición abierta al público.
En la próxima nota, los detalles que pueden observarse en la S.S. gracias a la tecnología, y los resultados de los múltiples estudios científicos.
Nota: Profesor Humberto Guglielmin
guglielmin.humberto@live.com